«En medio del invierno, descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible». – Albert Camus
Esta profunda observación de Albert Camus, escritor y filósofo francés, capta una verdad universal sobre la resistencia humana y la capacidad de encontrar la alegría a pesar de la adversidad. Y nos ayuda a comprender cómo es posible celebrar Purim, una fiesta judía de júbilo y alegría, en tiempos difíciles.
Según el Libro de Ester, Mardoqueo estableció la fiesta para conmemorar la milagrosa huida del pueblo judío de un decreto de destrucción en el antiguo Imperio Persa:
Celebrado los días 14 y 15 de Adar, Purim marca el paso de una época de dolor a otra de fiesta y alegría, transformando los días de luto en «fiesta y regocijo».
Pero, ¿cómo celebramos Purim en tiempos marcados por el dolor contemporáneo y las amenazas continuas? ¿Cómo encontrar espacio para la fiesta y la alegría en un momento de conflicto y pérdida?
La historia de Yehonatan Luber, que perdió la vida mientras luchaba en Gaza, puede ayudar a arrojar luz sobre este dilema. Yehonatan fue asesinado en diciembre de 2023, y su esposa dio a luz a su hijo sólo un par de meses después. Hagai Luber, padre de Yehonatan, experimentó una profunda mezcla de emociones con el nacimiento del hijo de Yehonatan: el profundo dolor por la muerte de su hijo y la alegría desenfrenada por la llegada de su nieto. Habló de un corazón dividido en dos cámaras: una llena del dolor de la pérdida y otra rebosante de pura alegría. Pero también dijo que la pérdida sin paliativos de su hijo no disminuía la alegría completa que sentía por el nacimiento de su nieto. Tiene espacio para sentir ambas cosas incondicionalmente al mismo tiempo.
El rabino Aharon Egeltal sugiere que las reflexiones de Hagai proporcionan una visión profunda sobre la celebración de Purim en tiempos difíciles. Del mismo modo que el padre de Yehonatan Luber fue capaz de sentir al mismo tiempo una profunda pena y una auténtica felicidad, nosotros también podemos sostener nuestra pena en una mano y la alegría de Purim en la otra.
El rabino Eliezer Melamed aporta otro nivel de comprensión, sugiriendo que la alegría de Purim proviene de reconocer lo bueno de todos los acontecimientos del año pasado. Al ser el último mes del calendario hebreo, Adar nos incita a mirar atrás y ver cada acontecimiento, incluso los más difíciles, como parte de una narración más amplia y positiva. Esta perspectiva está profundamente arraigada en la historia de Purim, en la que el complot de Amán contra los judíos condujo a su importante victoria, destacando cómo las adversidades pueden culminar en triunfo.
La verdadera alegría de Purim reside, pues, en elevarnos por encima de nuestros retos inmediatos y encontrar un significado más profundo en las complejidades de la vida. Esta perspectiva no niega la realidad del dolor, sino que nos eleva a un estado de claridad y verdad, revelando que se puede encontrar luz incluso en la oscuridad y que la bondad y la santidad prevalecerán en última instancia. Purim no consiste en negar las luchas a las que nos enfrentamos, sino en elevarnos por encima de ellas y reconocer que hay esperanza a pesar de la adversidad. Nos recuerda que, incluso en nuestros tiempos más oscuros, existe un «verano invencible» capaz de superar el frío del invierno.
Purim sirve así de poderoso recordatorio de que la alegría no se limita sólo a los momentos de felicidad; también es crucial en los momentos difíciles. Nos anima a encontrar nuestro «verano invencible», nuestra resistencia y fe en que todo, incluso en las circunstancias más sombrías, forma parte de un bien mayor que nos conduce hacia la redención y la alegría. Esta celebración nos invita a descubrir la fuerza inquebrantable que hay en nosotros mismos y en nuestra comunidad, sean cuales sean los retos a los que nos enfrentemos.
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