Salmos

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תהילים
Tehillim

Introduction to Salmos

El Sefer Tehillim, el libro de los Salmos, es ante todo un brillante ejemplo de poesía bíblica. Este género transmite la palabra de Dios en un medio distinto al narrativo; no se centra en lo que se lee o se oye, sino en lo que se siente y se intuye. La Biblia integra la poesía a lo largo de sus 24 libros, recordando al lector la naturaleza infinita de Hashem y las dimensiones multivalentes de Su palabra. La incorporación de la poesía al paisaje bíblico enseña al lector a calibrar la cadencia, el ritmo, la rima y la métrica en las expresiones divinas. Si los poetas modernos enseñaron que la forma complementa el contenido, basaron sus sentimientos en antiguas fuentes bíblicas.

El propio Moshé se refiere a la Torá como poesía: Escribe, pues, este poema y enséñaselo al pueblo de Israelʺ (Deuteronomio 31:19). Basándose en esta declaración, parece que el receptor de la Tor á no sólo debe «aprender» las palabras divinas, sino también «cantar» la canción celestial.

La tradición judía dice que toda la Torá, los cinco libros de Moshé, contiene la palabra real de Dios, mientras que los Nevi’im, obras proféticas, consisten en las propias formulaciones de los profetas, así como en citas directas de Hashem. Él mismo. Sin embargo, los Ketuvim, los Escritos, nos presentan una tercera dimensión en la revelación divina: La de los humanos que hablan con inspiración divina.

Es en esta tercera categoría en la que entra el Sefer Tehillim. Escrito, según el Talmud (Bava Batra 14b), por el rey David y diez ancianos, cada poema expone la cruda emoción de los israelitas que intentan sentir la presencia de Dios, al tiempo que se enfrentan a enemigos externos e internos. El medio de la poesía, con sus juegos de palabras y metáforas, acrósticos y lenguaje florido, ofrece un aspecto subjetivo universal a la palabra escrita. Cada generación encuentra inspiración, espíritu y consuelo en el canto de David. Cada salmo, según la tradición, aunque de autoría humana, posee sin embargo una chispa divina, una nota espiritual.

Aunque el Talmud hace referencia a otros autores «mayores», la tradición judía general considera que los Tehillim son obra del rey David. Él fue el autor de la inmensa mayoría. Se le describe en la Biblia como «el que creaba salmos» (II Crónicas 29:25,30), era «diestro en tocar la lira» (I Samuel 16:16), y a través de sus poemas encontramos todo un sistema de adoración a Dios en el Templo, así como en todo Israel.

¿Dónde encontró David las herramientas para elaborar este profundo, aunque ecléctico, libro de alabanzas a Dios? La respuesta es que la aljaba del poeta está llena de sus vistas, sentidos y experiencias. Y concretamente en Eretz Yisrael, donde se escribieron casi todos los Salmos, la flora, la fauna, los ríos, las montañas, las ciudades, las cuevas, los reyes y las naciones fueron su musa.

En el Sefer Tehillim, Dios, la nación de Israel y la tierra de Israel están inextricablemente unidos. Cuando David habla del desierto de Judea, sabemos a qué se refiere; cuando David corre hacia las montañas, podemos acceder a ese contexto geográfico y enriquecernos doblemente. Así, cada salmo es también en cierto modo una lección de historia, una enseñanza sobre los hijos de Israel y su profunda relación con la tierra de Israel, con el Dios de Israel, con sus enemigos y entre sí.

La Biblia de Israel» te presenta los capítulos del Sefer Tehillim y su conexión con Eretz Yisrael, quizá el contexto más auténtico en el que contemplar estas preciosas palabras. Tu tarea consiste en sintonizar con la magia de Israel, la tierra elegida de Dios, y leer detenidamente cada capítulo en hebreo o en inglés, con la mirada puesta en la poesía, la historia, el espíritu y la chispa divina. Luego, como con cualquier otro libro de la Biblia, se te desafía a aplicar estos mensajes eternos a tu propia vida.

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