Porción de la Torá

La Porción de Eikev

Deuteronomio 7:12-11:25
Porción de la Biblia
La Porción de Eikev

La Porción de Eikev

Deuteronomio 7:12-11:25

Esta porción de la Torá conlleva una promesa de ayuda divina para conquistar la Tierra de Israel y bendiciones por seguir Sus mandatos. Moisés advierte al pueblo de que será castigado por desobedecer la palabra de Dios, y le recuerda varios incidentes en los que había pecado, pero sobre todo se centra en el bien que Dios les traerá si cumplen Sus leyes. También trata mucho de las bondades de la Tierra Prometida.

No temas, Dios está aquí

Deuteronomio 7:12-26

Moisés dice al pueblo que Dios promete bendecirlo si cumple Sus mandamientos. Si el pueblo cumple su parte del pacto, Dios dice que le dará salud, riqueza, abundancia y fertilidad. Ahuyentará a sus enemigos y les dará la victoria.

Si al pueblo le preocupa que el enemigo sea demasiado numeroso, Moisés le asegura que Dios estará a su lado, luchando en su favor. Aquel que hizo llover estragos sobre Egipto impondrá las mismas tribulaciones a los enemigos de Israel. Además, Dios sólo los expulsará de la tierra poco a poco, no todos a la vez. Se dejará que el pueblo destruya los ídolos del enemigo.

La Biblia de Israel se pregunta por qué sería reconfortante para el pueblo saber que Dios expulsará a sus enemigos poco a poco, en vez de de golpe. La respuesta, explica la Biblia de Israel, está en la segunda mitad del versículo, donde dice: «No sea que las bestias del campo se aumenten sobre ti». Si se abandona la tierra, se apoderarán de ella los animales salvajes, dificultando el asentamiento de los israelitas. Así también, en los tiempos modernos, el retorno a Israel se ha producido poco a poco.

Puntos para reflexionar

Moisés dice que Dios ahuyentará a los enemigos de Israel, y luego añade en el versículo 20 que enviará el avispón entre ellos. ¿Por qué crees que esto sería más aterrador? ¿Qué podría representar el avispón?

Lecciones del desierto

Deuteronomio 8:1-20

Moisés repasa algunas de las experiencias de los israelitas en el desierto, enmarcándolas como lecciones que Dios quería enseñar al pueblo, como un padre enseña a un hijo. Dios hizo que el pueblo tuviera hambre para poder alimentarlo con maná. Hizo que sus ropas no se desgastaran y que sus pies no se cansaran.

Moisés añade que Dios les lleva a una tierra de abundancia, con fuentes de agua y metales preciosos, con trigo, cebada, uvas, higos, granada, aceite de oliva y miel de dátiles. Es una tierra en la que nadie tiene que pasar hambre. Cuando el pueblo coma y quede satisfecho, debe sentirse movido a dar gracias a Dios por la abundancia. Moisés les advierte que no deben caer en la autocomplacencia, pensando que son sus propias fuerzas las que les proveen. Por el contrario, deben recordar que Dios es quien los sacó de Egipto y proveyó para ellos, incluso en esta tierra. Si el pueblo olvida esta lección, correrá la misma suerte que las naciones que Dios está expulsando de la tierra.

La Biblia de Israel señala que cuando la Torá dice que el pueblo no pasará hambre en su nueva tierra, no se refiere sólo al hambre de pan físico. Más bien, es también una referencia a la propia Torá, que se compara metafóricamente con el pan. Como dice el profeta: «He aquí que vienen días, dice el Señor Yahveh, en que enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír las palabras de Yahveh» (Amós 8:11). En Tierra Santa, la promesa de sustento es tanto espiritual como física.

Puntos para reflexionar

¿Cómo crees que las experiencias del desierto enseñan al pueblo las lecciones que Moisés dice que Dios quiere que aprendan los israelitas?

Castigado por Pecados Pasados

Deuteronomio 9:1-10:11

Moisés dice al pueblo que tenga en cuenta que no es por su propia justicia por lo que Él expulsa a sus enemigos de la tierra por ellos, sino por la maldad de los enemigos y por Su amor a Abraham, Isaac y Jacob. Moisés recuerda al pueblo sus errores en el desierto.

Moisés cuenta la historia del Becerro de Oro desde su perspectiva. Mientras Moisés estaba en lo alto del monte Sinaí, sin comer ni beber durante cuarenta días mientras recibía la Torá de Dios, el pueblo enfureció a Dios creando un becerro de oro. Dios quiso destruirlos, pero Moisés intercedió en su favor, volviendo al monte durante cuarenta días más sin comida ni agua. Moisés rezó también por Aarón, a quien Dios quería destruir también por haber participado activamente en la creación del becerro. Moisés recuerda al pueblo que destruyó el becerro, lo quemó y lo molió hasta convertirlo en polvo fino, y luego arrojó el polvo al agua.

Otros incidentes que menciona Moisés son los pecados de Ta’vera, Massa y Kivrot Hata’ava, así como el pecado de los espías. Por este último, Moisés también rezó cuarenta días y cuarenta noches para que Dios no aniquilara a la nación, convenciéndole de que ello socavaría Su reputación en Egipto.

Junto al Becerro de Oro, Moisés cuenta al pueblo que Dios le hizo tallar nuevas tablas de piedra para sustituir a las que había roto. Moisés también construyó un arca para guardarlas, pues llevaban la palabra de Dios mismo.

Moisés recuerda también al pueblo la muerte de Aarón y la selección de los levitas para ministrar a Dios.

Este pasaje se abre con la afirmación de que el pueblo está a punto de cruzar el río Jordán. La palabra hebrea, Ivrit, procede de la misma raíz que la palabra para cruzar, oveir. Asimismo, nos recuerda la Biblia de Israel, Abraham era conocido como Avraham Ha’Ivri, porque venía del otro lado del río y porque sus nociones monoteístas eran «otras». Hoy, sus herederos siguen siendo la brújula moral del mundo, un papel que el moderno Estado de Israel se toma muy en serio.

Puntos para reflexionar

¿Por qué crees que Moisés siente la necesidad de recordar al pueblo sus errores pasados?

Ama a Dios como Él te ama

Deuteronomio 10:12-11:12

Todo lo que Dios quiere del pueblo, dice Moisés, es que ande por Sus caminos y siga Sus mandamientos. Sólo a sus antepasados de todas las naciones eligió Dios para Sí, y a sus descendientes para toda la eternidad.

Por eso, dice Moisés, el pueblo debe circuncidar la piel de su corazón y abrirse a la voluntad de Dios. Al fin y al cabo, Dios no es un hombre al que se pueda sobornar o influenciar. Él juzga a los malvados y protege a los débiles, por lo que los israelitas deben esforzarse por proteger a los débiles. Deben ser amables con el extranjero que se encuentre entre ellos, porque ellos también fueron extranjeros en Egipto. Como señala la Biblia de Israel, incumbe al pueblo, a los que una vez fueron esclavos y se han convertido en amos, tratar a los que están a su cargo mejor de lo que ellos fueron tratados, pues saben lo que se siente.

Recuerda, reitera Moisés, que viste el gran poder de Dios. Jacob bajó a Egipto con sólo setenta personas y surgió una gran nación. Moisés recuerda al pueblo los milagros que Dios obró en su favor, desde las plagas hasta la división del mar y el castigo de Coré y sus seguidores. Por tanto, corresponde a los Hijos de Israel seguir meticulosamente la palabra de Dios, para que Él prolongue sus días sobre la tierra que les ha prometido.

Esta tierra no es como Egipto, dice Moisés a la nación. En Egipto, uno sólo tiene que poner el pie en la tierra y arrastrar el agua hasta sus cultivos. En la Tierra Prometida, sin embargo, los ojos de Dios están sobre la tierra desde el principio hasta el final del año, y la tierra depende de la lluvia para el riego.

Puntos para reflexionar

El final de este pasaje implica claramente que, por estas razones, Israel es mejor que Egipto. Pero, ¿por qué crees que es mejor depender de la lluvia que poder regar la tierra a voluntad y con facilidad?

Si lo haces… y si no lo haces…

Deuteronomio 11:13-25

Este pasaje final de nuestra porción de la semana trata del concepto de crimen y castigo. En pocas palabras, si el pueblo escucha las palabras de Dios, Él le proporcionará lluvia en su estación y abundancia en los campos. Sin embargo, si el pueblo permite que sus corazones le lleven por mal camino, Él se enfadará con él y detendrá las lluvias y, por tanto, el crecimiento de los campos. En tales circunstancias, el pueblo perecerá rápidamente de la tierra.

Para que nunca lo olviden, Dios ordena que se tomen a pecho estas palabras y las lleven entre ceja y ceja y en el brazo. También les dice que se las enseñen a sus hijos y que las escriban en las jambas de sus casas.

Si el pueblo hace estas cosas y sigue los caminos de Dios, entonces ningún hombre podrá interponerse en su camino y Dios les concederá todas las bendiciones que les ha prometido.

Puntos para reflexionar

Este pasaje se parece mucho al primer pasaje de la oración del Shemá mencionado en la porción de la semana pasada. De hecho, constituye el segundo párrafo de la oración tal como se recita a diario y tal como se incluye tanto en las filacterias como en la mezzuzah que se colocan en las puertas judías. ¿Qué crees que viene a añadir este pasaje al primero (Deuteronomio 6:4-9)?

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Por: The Israel Bible Team

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