¿Y si todas las fiestas fueran Acción de Gracias? ¿Y si en lugar del 4 de julio celebráramos Acción de Gracias? ¿El Día de los Caídos? No. Otro Día de Acción de Gracias. ¿Año Nuevo? Acción de Gracias.
Cuando Moisés está a punto de separarse del pueblo, les recuerda todo lo que Dios hizo por ellos hasta ese momento(Deuteronomio 8). Parte de ello es realmente notable, pues subraya cómo Dios básicamente llevó a los judíos durante cuarenta años. Dios les trajo maná, sus ropas no se desgastaron y sus pies no se hincharon. Y Dios les llevó a una tierra maravillosa.
Moisés les dice entonces que cultivarán alimentos asombrosos en la tierra mientras construyen casas y extraen cobre. Y recuerda al pueblo que debe dar gracias a Dios por todo ello:
¿Quién cultivará la tierra y extraerá el cobre? ¿De quién será el sudor? ¿Por qué debería el pueblo dar gracias a Dios cuando es él quien suda?
Hay una historia de un grupo de científicos que se acercan a Dios y le dicen que ya no le necesitan puesto que han creado la vida en un laboratorio. Dios está de acuerdo, diciendo que si eso es cierto, han ocupado Su lugar. Pero Dios exige ver una demostración de sus poderes «divinos». Los científicos acceden y comienzan la demostración llenando un matraz con barro.
«Un momento», dijo Dios. «Trae tu propio barro. Es el barro que hice en los seis días de la Creación».
En su discurso, además de recordar a los judíos todo lo que Dios hizo por ellos hasta ese momento, Moisés les recuerda el pacto que hizo con sus antepasados. Es cierto que estaban a punto de entrar en un periodo en el que se les exigiría trabajar. Y gran parte de lo que vendría sería resultado directo de ese trabajo. Pero Dios había sentado las bases, y sin ellas nunca se les habría presentado la oportunidad de trabajar la tierra o conquistarla.
Moisés añadió palabras de sabiduría que toda persona debería recordar:
Todo lo que hacemos se realiza por la gracia de Dios. Fue Dios quien estableció las leyes de la naturaleza. Un buen físico comprende por qué una pelota vuelve a la tierra después de haber sido lanzada al aire. Un gran físico lo entiende, pero también sabe que es así precisamente porque así creó Dios el mundo.
Cada mañana, incluso antes de rezar, los judíos dedicamos bastante tiempo a dar gracias a Dios. En cuanto abrimos los ojos, recitamos «Modeh ani«, una sencilla expresión de agradecimiento porque Dios ha devuelto nuestras almas de dondequiera que hayan ido mientras dormíamos. Luego recitamos «Birkot HaShachar«, una larga lista de bendiciones que agradecen a Dios quiénes somos, por darnos la fuerza para despertarnos e incluso por el gallo que nos despertó.
La verdad es que todas las fiestas son Acción de Gracias. O, al menos, debería serlo. Porque, en realidad, todo procede de Dios y debemos estar agradecidos por todo lo que Él hace por nosotros.
El agradecimiento es realmente uno de los rasgos más bellos. Es la antítesis de la soberbia y nos protege de la arrogancia y el resentimiento. Nos recuerda que dependemos de una fuente mayor y que nosotros mismos somos limitados. Yo no creé el mundo ni las semillas del árbol. Pero con la ayuda de Dios he merecido recoger su fruto y por ello estoy agradecido.