El Libro de los Salmos, conocido por sus oraciones, alabanzas y sentidas súplicas a Dios, se abre con un salmo sorprendentemente diferente. A diferencia de muchos otros, el Salmo 1 no es una súplica de ayuda ni un himno de alabanza. En cambio, es un salmo de sabiduría y moralidad. La elección del rey David de comenzar con este salmo es deliberada y profunda, pues sienta las bases de los salmos que siguen.
El Salmo 1 sirve de introducción no sólo al Libro de los Salmos, sino también a la vida recta que David defiende en todo él. El versículo inicial del Salmo 1 establece una clara distinción entre el justo y el impío:
Este versículo destaca una progresión de acciones -caminar, estar de pie y sentarse- con tres tipos de asociaciones negativas: los malvados, los pecadores y los burladores. El rabino David Kimchi, conocido como Radak, explica que al evitar incluso el primer paso de caminar por la senda de los malvados, se evita el posterior estar de pie y sentado, que simbolizan una implicación más profunda. Esta enseñanza subraya la importancia de evitar proactivamente el pecado.
El segundo versículo del Salmo 1 proporciona el antídoto contra los comportamientos negativos descritos en el primero:
Este versículo desplaza el centro de atención hacia las acciones positivas de los justos. La verdadera felicidad y rectitud no proceden sólo de evitar el mal, sino de dedicarse activamente al bien; concretamente, de meditar en la ley de Dios y deleitarse en ella.
A continuación, David utiliza la metáfora de un árbol para describir a la persona justa:
Esta imagen transmite estabilidad, crecimiento continuo y fecundidad, simbolizando una vida profundamente arraigada en la ley de Dios. Al igual que un árbol junto al agua se nutre constantemente y es productivo, lo mismo ocurre con la persona justa que se sumerge en las enseñanzas de Dios. Mientras que una persona justa participa constantemente en buenas acciones y echa raíces que son duraderas, los malvados no hacen nada productivo ni dejan tras de sí un legado, como la paja del trigo que no da fruto y se la lleva el viento. Por eso, Dios recordará para siempre a los justos, pero los impíos no podrán mantenerse en pie el día del juicio.
Al comenzar el Libro de los Salmos con un salmo que hace hincapié en la sabiduría y la conducta moral, David prepara el escenario para las oraciones y alabanzas que siguen. Como se dice en Proverbios 15:29, la eficacia de la oración está vinculada a la rectitud de quien ora: «Yahveh está lejos de los malvados, pero escucha la oración de los justos».
La elección del rey David de comenzar el Libro de los Salmos con el Salmo 1 es estratégica y significativa. El Libro de los Salmos es una colección de oraciones, y el Salmo 1 sirve como recordatorio fundamental de que el camino hacia una oración eficaz y una relación significativa con Dios comienza con una vida recta. Al alinear nuestras vidas con Dios y meditar en Su ley, preparamos nuestros corazones y mentes para conectar con Él en la oración, asegurándonos de que nuestras plegarias sean escuchadas y respondidas.
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