La paloma aparece numerosas veces en la Biblia. Era uno de los animales utilizados para las ofrendas de sacrificio en el Templo, hecho que se menciona en la Biblia y que fue confirmado por un análisis de restos de aves que se encontraron en Jerusalén. Sin embargo, la primera vez que la paloma aparece en la Biblia es en la época del diluvio.
Tras el diluvio, Noé envía una paloma para ver si las aguas habían retrocedido de la superficie de la tierra. Al principio, la paloma no encuentra ningún lugar donde posarse y regresa al arca. Noé espera siete días más y vuelve a enviar a la paloma; esta vez, regresa con una hoja de olivo, lo que indica que las aguas habían retrocedido. Al cabo de otros siete días, Noé vuelve a enviar a la paloma, y esta vez no regresa, lo que indica que la tierra estaba seca.
Al principio, la paloma no pudo encontrar un lugar de descanso y regresó al arca. Siete días después, Noé volvió a intentarlo y liberó a la paloma del arca. Esta vez volvió con una rama de olivo en la boca, lo que indicaba que las aguas habían disminuido. La imagen de una paloma agarrando una rama de olivo se ha convertido en un símbolo de paz. Este icono, que surgió en la reiniciación del mundo, cuando se aplacó la ira de Dios y se ordenó a Noaj que continuara la humanidad de nuevo, surgió de la Tierra de Israel, la tierra de la paz.
Al cabo de otros siete días, Noé envió a la paloma una vez más. Esta vez, la paloma no regresó y Noé supo que era seguro abandonar el arca.
Los Sabios comentan también que la paloma que Noé envió desde el arca prefigura el viaje del pueblo judío a lo largo de la historia. Del mismo modo que la paloma no encontró descanso para la planta de su pie, así los judíos no encontrarán consuelo en el exilio. Al igual que la paloma regresó al arca en busca de refugio, así los judíos regresarán del exilio a la Tierra de Israel. Como la paloma de Noé, el pueblo ha permanecido fiel a Dios y ahora, tras miles de años de ausencia, ha regresado a Su tierra.
En Oseas, el profeta Oseas compara a Efraín (que representa al reino septentrional de Israel) con una paloma insensata, fácilmente engañable y carente de entendimiento. El versículo critica a Israel por sus vanos intentos de buscar ayuda y alianzas en potencias extranjeras como Egipto y Asiria, en lugar de confiar en Dios. Esta metáfora pone de relieve las acciones equivocadas de Israel y la tendencia de la nación a confiar en fuentes externas poco fiables para obtener seguridad y apoyo, lo que finalmente condujo a su perdición.
En Salmos 55:6, el salmista, el rey David, expresa un profundo anhelo de escapar de sus problemas. Desearía tener las alas de una paloma para volar lejos y encontrar descanso. Este versículo capta la intensidad del deseo de David de huir de su angustia actual y encontrar paz y consuelo. La imagen de una paloma, conocida por su naturaleza apacible y pacífica, subraya el anhelo de David de tranquilidad en medio de la agitación y el conflicto. Este verso resuena en cualquier persona que busque un refugio para sus luchas y un deseo de paz.
El Cantar de los Cantares 2:14 describe un momento tierno e íntimo entre amantes. El rey Salomón llama a su amada, a la que se refiere como «mi paloma», que se oculta en las hendiduras de la roca y en los lugares secretos de los acantilados. Se pide a la amada que muestre su rostro y deje oír su voz, pues su voz es dulce y su rostro encantador. Este verso simboliza el anhelo de cercanía y la belleza de la amada. La paloma representa la pureza y la dulzura, resaltando el profundo afecto y admiración en esta poética expresión de amor.
En toda la literatura talmúdica se compara al pueblo judío con la paloma. Una vez que una paloma encuentra a su pareja, nunca la abandona por otra, y una paloma, aunque le arrebaten a su prole, nunca abandonará su nido. De forma similar, los Hijos de Israel son fieles a Dios.