En la porción de la Torá de Tetzavé(Éxodo 27:20-30:10), se nos presenta el concepto del korban tamid, una ofrenda diaria que se trae dos veces al día: una por la mañana y otra por la tarde. Este ritual, piedra angular del antiguo servicio del Templo, simboliza la relación constante y duradera entre el pueblo judío y la Divinidad.
Los versículos sobre la ofrenda diaria desempeñan un papel sorprendente en el fascinante debate entre los sabios sobre qué versículo de la Torá podría considerarse el más esencial. El debate se centra en qué versículo encierra la esencia del judaísmo más que ningún otro, una discusión que profundiza en la comprensión de los valores y principios fundamentales que guían la vida judía.
Rabí Akiva sugirió que el versículo «Ama a tu prójimo como a ti mismo»(Levítico 19:18) es el principio fundamental de la Torá. Esta poderosa afirmación subraya la importancia de la empatía, la bondad y el respeto mutuo para construir una sociedad justa y compasiva. Nos desafía a tratar a los demás con la dignidad y el amor que deseamos para nosotros mismos.
El sabio conocido como Ben Azai señaló otro versículo, «Este es el libro de las generaciones de Adán: el día que Dios creó al hombre, lo hizo a Su imagen»(Génesis 5:1), argumentando que representa un principio aún más fundamental. Al destacar la imagen divina inherente a todo ser humano, este versículo subraya el valor sagrado de toda vida y la dignidad universal que debe otorgarse a todas las personas.
Ben Zoma aportó un ángulo diferente al debate al destacar el versículo Shema Yisrael, «Escucha, Israel»(Deuteronomio 6:4), una declaración de la unidad de Dios y de nuestro compromiso inquebrantable con Sus mandamientos. Este versículo, recitado diariamente por los judíos de todo el mundo, sirve como recordatorio constante de nuestra total devoción a Dios y de la centralidad de esta relación en nuestras vidas.
Sin embargo, es la elección de Shimon Ben Pazi la que añade un giro sorprendente al debate. Seleccionó los versículos relacionados con el korban tamid, la ofrenda diaria: «Ofrecerás un cordero por la mañana y ofrecerás el otro cordero al anochecer»(Éxodo 29:39 y Números 28:4). A primera vista, esta selección, centrada en una práctica ritual específica, no parece encajar en absoluto. Es mucho menos abarcadora que los grandes principios éticos y teológicos expuestos por los demás sabios. Sin embargo, la selección de Ben Pazi subraya un concepto muy importante: el valor de la acción diaria y constante como fundamento de una vida espiritual.
El hecho de que el rabino Ploni se pusiera de parte de Shimon Ben Pazi ilumina una profunda verdad: aunque las grandes enseñanzas éticas y las declaraciones teológicas son cruciales, alcanzan su máxima expresión en las prácticas regulares y cotidianas de la fe y la devoción. El korban tamid sirve de metáfora de este principio, pues subraya que nuestra relación con Dios se construye y sostiene no mediante grandes gestos ocasionales, sino mediante el ritmo constante del compromiso y el servicio diarios.
La lección es clara: son las acciones continuas y cotidianas -nuestros esfuerzos constantes por conectar con Dios, vivir según Sus mandamientos y tratar a los demás con amor y respeto- las que realmente definen y profundizan nuestra vida espiritual. A través de esta lente, vemos que la esencia del judaísmo y de la relación con Dios no se capta en un único momento de revelación o en un ideal elevado, sino en el impacto acumulativo de la práctica diaria y dedicada. Es en estos actos aparentemente pequeños y rutinarios de devoción y bondad donde encontramos el verdadero corazón de nuestra fe y el camino hacia una relación significativa con la Divinidad.
Esta idea nos desafía a ver lo sagrado en lo ordinario y a reconocer que cada acto de bondad, cada momento de autodisciplina y cada gesto de amor contribuyen al tejido de una vida bien vivida. Nos enseña que el crecimiento espiritual y el desarrollo ético son acumulativos, construidos capa sobre capa a través de nuestras elecciones y acciones cotidianas.
En un mundo que a menudo busca la gratificación instantánea y las transformaciones drásticas, este mensaje es un recordatorio del valor de la paciencia, la persistencia y la dedicación silenciosa a nuestros valores y creencias. Nos anima a comprometernos con nuestros principios no sólo en momentos de inspiración o crisis, sino como una práctica continua y viva. Ya sea a través de la oración, la meditación, el servicio a los demás o simplemente mediante la forma en que llevamos nuestra vida cotidiana, se nos invita a hacer que cada acción cuente y a infundir intención y propósito a nuestras rutinas diarias.
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