La porción de Vayigash describe el enfrentamiento crucial entre Iosef y su hermano mayor Iehudá. El encuentro entre los hermanos, separados desde hace mucho tiempo, dista mucho de ser una reunión agradable. Iosef se presenta a Iehudá como Zafnat-Paaneaj, el segundo hombre más poderoso de Egipto, un no judío barbudo que en nada se parece al mocoso consentido al que vio por última vez sacado de un pozo.

Judá cree que el poderoso egipcio está acusando a su hermano menor, tan preciado para su anciano padre, de corresponder a su generosidad robándole una preciosa copa. Desde la perspectiva de José, se está enfrentando a su hermano mayor, responsable de haberle vendido como esclavo en Egipto.

El Midrash Rabbah describe el encuentro con varias connotaciones. Citando la palabra de Judá «acercarse»(vayigash, ויגש), el rabino Judá señala que la misma palabra se utiliza en II Samuel 10:13 para describir la entrada en batalla, lo que sugiere que Judá veía a Iosef como un enemigo.
Alternativamente, el rabino Nehemías citó el uso de la misma palabra en Josué 14:6, donde implica reconciliación.
Una vez más, el Midrash señala que la misma palabra se utiliza en I Reyes 18:36 para referirse a acercarse para orar,
«Rabí Eleazar combinó todos estos puntos de vista» concluye el Midrash Rabbah. «Judá se acercó a José para las tres cosas, diciendo: Si es para la guerra, me acerco para la guerra; si es para la conciliación, me acerco para la conciliación; si es para rogar, me acerco para rogar.»
De este modo, el encuentro entre José y Judá se hace eco del encuentro entre su padre, Jacob, y su tío, Esaú. Como preparación, Jacob dividió su campamento y envió a Esaú un regalo, preparándose para cualquier eventualidad: la guerra o la paz. Además, también ofreció una plegaria a Dios(Génesis 32:4-13). El rabino Shlomo Yitzchaki, comentarista medieval francés conocido por el acrónimo Rashi, explicó que, de hecho, Jacob se preparaba para tres posibilidades: un regalo que condujera a una reconciliación pacífica, la guerra y la plegaria.
La diferencia significativa entre los dos encuentros era que Jacob y Esaú eran cada uno totalmente consciente de la situación, mientras que el encuentro entre José y Judá fue orquestado por José, al parecer con un resultado final en mente, y Judá ignoraba la verdadera naturaleza de la reunión. De hecho, la respuesta de Judá estaba destinada a una realidad totalmente distinta.
Las acciones de Jacob se adaptaron precisamente a Esaú y se centraron en esas tres vías para reconciliar el conflicto. Judá se limitó a relatar los hechos evidentes, tal como eran conocidos por todos. Sin embargo, fue esta simple recitación la que generó en José una respuesta emocional tan intensa que le obligó a abandonar el plan que tanto le había costado idear.
Al final, ambas reuniones tuvieron el mismo resultado: una reconciliación fraternal que culminó en un abrazo.

Una mirada más atenta revela que la recitación de los hechos por parte de Judá se centra en los vínculos familiares, y los enfatiza: su anciano padre y el querido hermano menor, profundizando en la descripción del efecto que su pérdida tendría en su padre. Judá no olvida mencionar que un hermano ha muerto, sin darse cuenta de que dicho hermano está delante de él.
La última declaración de Judá, el punto que parece quebrar la determinación de José, fue su oferta de convertirse en esclavo del señor egipcio en lugar de Benjamín. Esta oferta contrasta tanto con la última imagen que José tenía de Judá, que había convencido a los hermanos para que le vendieran como esclavo, que seguramente resultaba insoportable. «