Cualquiera que tenga hijos sabe que si quieres que aprendan algo, decírselo una vez nunca es suficiente. Cantar el abecedario una y otra vez, repetir tablas matemáticas y repetir mnemotecnias forman parte del proceso de aprendizaje. Se arraigan tanto que permanecen en nuestra memoria incluso en la edad adulta.
«En mil cuatrocientos noventa y dos, Colón navegó por el océano azul…».
Los profesores de matemáticas de primaria utilizan la imagen de «Papá, Mamá, Hermana, Hermano, Rover» para enseñar el proceso de la división larga: Dividir, Multiplicar, Restar, Bajar, Resto.
En música, los niños que se portan bien siempre pueden identificar las notas en las líneas del pentagrama de los agudos porque saben que Todo buen chico lo hace bien.
En el estudio de la Biblia, GE Luces Nunca Oscuras es la abreviatura de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
El Libro del Deuteronomio repite una serie de leyes que ya se habían enseñado en libros anteriores de la Biblia. De hecho, los sabios dan al Libro del Deuteronomio otro nombre, Mishneh Torá, que suele entenderse como «repetición de la Torá».
¡Pero la Biblia no desperdicia palabras! ¿Por qué iba Dios a desperdiciar uno de los Cinco Libros de Moisés repitiendo lo que ya estaba escrito en los otros cuatro? Y además, no todo lo que hay en los cuatro primeros libros se repite en el Deuteronomio. ¿Cómo eligió Dios qué cosas repetir y qué cosas no repetir?
Al aprender cualquier cosa, la repetición es clave. Esto es especialmente cierto cuando se enseña información esotérica muy detallada que no siempre sigue la lógica (tal y como nosotros la entendemos). Por esta razón, el Libro del Deuteronomio contiene una plétora de repeticiones.
Pero una mirada más atenta revela que, a pesar de su carácter repetitivo, el Deuteronomio contiene varios elementos únicos y es selectivo en lo que repite.
El Deuteronomio no repite ninguno de los relatos importantes del Génesis. Tampoco repite ningún aspecto de lo ocurrido en Egipto ni la multitud de leyes detalladas sobre el Tabernáculo que contiene el Levítico. El Deuteronomio sí repite la historia de los espías y la derrota de Sichón y Og (aunque con algunas diferencias significativas), pero no menciona ninguna otra historia o mandamiento del Libro de los Números.
Y el Deuteronomio no es enteramente repetición. También aporta algunas leyes nuevas.
Para entender correctamente el Deuteronomio, es esencial comprender que es la despedida prolongada de Moisés de la nación que ha dirigido durante cuarenta años. A diferencia de cualquier otro libro de la Torá, está escrito en gran parte en primera persona. Contiene varios discursos de Moisés al pueblo. Los cuerpos de los discursos están escritos en primera persona y los interludios en tercera.
En otras palabras, el Deuteronomio es esencialmente una transcripción de la última y más grande lección de Moisés, su obra magna en la que repite lo más destacado de sus enseñanzas de las últimas cuatro décadas.
¿Cómo eligió Moisés qué incluir y qué omitir? Según el rabino Menajem Leibtag, Moisés repitió las leyes que requieren una repetición constante. Esto explica el significado de este otro nombre del Libro del Deuteronomio, Mishneh Torá. No implica que el Deuteronomio sea simplemente un repaso de lo que ya se ha escrito en los cuatro primeros libros, sino que se refiere a un conjunto especial de leyes que deben repetirse y repasarse constantemente. Cuando los Hijos de Israel se disponían a entrar por fin en la tierra de Israel tras cuarenta años de retraso, Moisés reúne al pueblo y repasa estas leyes por última vez.
Al repetir estas leyes, Moisés no sólo repasa los mandamientos que requieren una repetición constante, sino que también les enseña otra lección: la repetición es un elemento esencial de la Torá. No basta con cumplir un mandamiento una vez o leer la Torá una vez. Por esta razón, los judíos tienen un ciclo anual de lectura de la Torá. Sorprendentemente, llevan miles de años repitiendo este ciclo.
Aunque la repetición es esencial para aprender y recordar realmente algo, no es sólo una herramienta de memoria. La repetición hace que algo resulte familiar, como un viejo amigo. Es una expresión de cariño. Y a través de la repetición, se pueden obtener conocimientos adicionales. Cada vez que repites algo, aprendes algo nuevo.
Con su despedida final, Moisés nos dejó una lección sobre el valor de la repetición y el repaso, una herramienta que ha mantenido viva la Torá en el pueblo judío a lo largo de los tiempos.