La porción de esta semana relata las primeras aventuras de los Hijos de Israel en el desierto, antes de recibir la ley de Dios en el monte Sinaí. El Faraón vuelve a cambiar de opinión sobre la salida de los hebreos y envía a su ejército tras ellos. Dios divide el mar, permitiendo el paso seguro de los israelitas y ahogando a las fuerzas del faraón. Sin embargo, no todo es fácil, y los israelitas desafían a Dios varias veces al encontrarse con luchas en el camino.
Huir de Egipto
Nuestra porción relata que Dios optó por no llevar a los israelitas a la Tierra de Israel por la ruta más directa, pues les llevaría a través de territorio filisteo y posiblemente desanimaría al pueblo, haciéndole huir de vuelta a Egipto. En lugar de ello, llevando los huesos de José, los Hijos de Israel son conducidos hacia el Mar Rojo guiados por una Columna de Nube divina de día y una Columna de Fuego de noche.
Dios dice a Moisés que prepare al pueblo para la eventual persecución del faraón, diciendo que todo forma parte de Su plan para completar su humillación y destrucción. En efecto, cuando el Faraón se da cuenta de que sus esclavos no van a regresar de servir a su Dios, sale tras ellos con 600 carros. Los israelitas, a pesar del aviso previo, se asustan; ¡Egipto está ante ellos, y sus espaldas dan al mar! Se vuelven contra Moisés. Sin embargo, éste les dice que no tienen nada que temer, pues Dios les protegerá. Dios dice a Moisés que levante su cayado sobre el mar y separe las aguas. Ordena a Moisés que guíe al pueblo a través de las aguas por tierra seca y permita que los egipcios se ahoguen.
Puntos para reflexionar
En 14:15, Dios pregunta retóricamente a Moisés por qué sigue rezando cuando debería estar ordenando al pueblo que cruce el mar. ¿Por qué desaconseja Dios aquí la oración? ¿No es la oración la respuesta ideal a una situación difícil?
Cruzando el Mar y las Aguas de Mara

Durante toda la noche, Dios mantiene a Su ángel y a Su Columna de Nube entre el campamento israelita y los egipcios. Moisés sostiene su bastón sobre las aguas, y Dios envía un gran viento que sopla sobre el mar. Las aguas se separan, permitiendo a los israelitas cruzar sanos y salvos por tierra seca. Sin embargo, cuando los egipcios se disponen a cruzar tras ellos, Dios interfiere en sus movimientos. Ordena a Moisés que extienda de nuevo su bastón sobre las aguas, y éstas se precipitan sobre los egipcios que intentan escapar. Conmovidos por el milagro que presencian, los Hijos de Israel entonan un cántico de alabanza a Dios por Su salvación. Miriam, hermana de Moisés y Aarón, también dirige a las mujeres en el canto.
A pesar de su gratitud por los milagros de Dios, los Hijos de Israel no tardan en quejarse cuando, tres días después, no encuentran agua potable. Moisés clama a Dios, que le muestra un árbol cuya corteza haría el agua dulce (potable). Llaman al lugar Mara (amargo) por las aguas amargas. Dios también promete al pueblo que, si cumple Sus mandamientos, nunca le hará sufrir las enfermedades de Egipto. Desde allí, el pueblo viaja a Elim, donde encuentra abundante comida y bebida.
La Biblia de Israel señala una tradición judía, según la cual el mes hebreo «Iyar» debe su nombre a un acrónimo de nuestra porción, ani Hashem rof’echa (Yo soy Dios, tu Sanador). Sólo después de que los Hijos de Israel fueran redimidos de Egipto en Nisán pudieron curarse del trauma de la esclavitud. El nombre del mes también sirve como recordatorio constante de que todo, incluida nuestra salud, está en manos de Dios.
No es el único acrónimo de nuestra porción. Los Macabeos, que lucharon contra los helenos en la historia de Janucá, se llaman así por un verso de la canción que los israelitas cantaban en el mar: mi kamocha b’elim Hashem, ¿quién es como tú, Dios?
Puntos para reflexionar
El texto nos dice que Dios puso a prueba («probó» en la traducción de la Biblia de Israel) a los israelitas en Mara, pero no detalla lo que eso significa. ¿En qué crees que consistió la prueba? ¿La superó el pueblo?
Maná del cielo
Un mes después de salir de Egipto, los Hijos de Israel, movidos por el hambre, vuelven a quejarse contra Moisés y Aarón. Llegando incluso a decir que las cosas habían ido mejor en Egipto, acusan a ambos de intentar matar al pueblo. Dios dice a Moisés que hará llover comida sobre ellos, ordenando al pueblo que recoja sólo lo necesario para cada día y una ración doble los viernes, pues no enviará comida el Día de Reposo.
Sin embargo, antes de enviar el alimento milagroso desde el cielo, Dios envía codornices, para que el pueblo coma carne aquella noche. Por la mañana, los israelitas encuentran el campamento rodeado de una extraña sustancia muy fina. Se preguntan: ¿Qué es esto? — y de ahí viene el nombre del Maná.
Lo que quedaba al final de la mañana lo derretía el sol, y lo que la gente intentaba acaparar para otro día se echaba a perder, excepto los viernes. Los que pusieron a prueba a Dios al respecto no encontraron Maná en sábado.
Más tarde, Dios ordena a Moisés que guarde una medida de Maná para toda la eternidad, colocando una vasija en el Arca de la Alianza.
Los Hijos de Israel siguieron comiendo maná durante cuarenta años en el desierto, hasta llegar a la Tierra Prometida. La Biblia de Israel aporta la explicación del rabino Samson Raphael Hirsch, que enseña que Dios pretendía que los israelitas disfrutaran de los productos de la tierra como si fuera maná, proporcionado directamente por Dios.
Puntos para reflexionar
El maná y la codorniz vuelven a asociarse en Números 11, cuando los israelitas se quejan de que no pueden soportar comer más del pan celestial. Exigen carne, que Dios les proporciona en forma de codorniz. ¿Por qué crees que ambos están relacionados?
Agua de una roca
Una vez más, los Hijos de Israel tienen sed de agua y se quejan a Moisés. Le exigen agua, pero él les rechaza, diciéndoles que están poniendo a prueba a Dios. De nuevo los israelitas acusan a Moisés de intentar matarlos en el desierto.
Moisés acude a Dios en busca de ayuda, y Él le ordena que tome a algunos representantes de los ancianos de Israel y golpee cierta roca de Horeb con el bastón que utilizó para partir el mar. Dios hará brotar agua de la roca para que beba el pueblo. Moisés así lo hace, y nombra el lugar «Masa u’Meriva», que significa contienda y lucha.
La Biblia de Israel explica que los israelitas no cuestionaban tanto la presencia de Dios con sus quejas como Su implicación en su vida cotidiana. En contraste con la cosmovisión egipcia, que veía la naturaleza como algo estático, Dios mostró a los Hijos de Israel que Él había creado y, por tanto, podía controlar la naturaleza, proporcionando agua en el desierto cuando era necesario.
Puntos para reflexionar
Esta historia nos recuerda a la anterior de nuestra porción sobre la sed, pero también guarda un gran paralelismo con el relato de Números 20. ¿En qué se parecen estos relatos? ¿Diferentes?
Amalek
Nuestra porción termina con el relato de un ataque de Amalec contra los Hijos de Israel. Moisés envía a Josué a dirigir al pueblo en la batalla, mientras él, apoyado por su hermano Aarón y su sobrino Hur, mantenía los brazos en alto suplicando a Dios en todo momento. Con las manos en alto, los israelitas se alzaron, pero al bajarlas, Amalec empezó a ganar. Aarón y Hur le trajeron una roca para que se sentara y le ayudaron a mantener los brazos en alto.
Tras la batalla, Dios exige a Moisés que deje constancia de que Él borrará con toda seguridad la memoria de Amalec de la Tierra, pues existirá una enemistad para siempre entre Amalec y Dios.
Puntos para reflexionar
Se nos vuelve a contar la historia de Amalec en Deuteronomio 25, que se lee en las sinagogas de todo el mundo el sábado anterior a la fiesta de Purim, cuyo villano descendía de Amalec. ¿Qué crees que era tan grave en las acciones de Amalec que provocaría la enemistad eterna de Dios?