Tiempo Santo, Espacio Santo

marzo 20, 2025
The city of Jerusalem: the site of the Holy Temple

Los israelitas errantes se encontraban en un momento crucial. Habían presenciado maravillas inimaginables: las plagas de Egipto, la división del Mar Rojo y la atronadora revelación del monte Sinaí. Sin embargo, apenas unas semanas después de oír la voz de Dios pronunciando los Diez Mandamientos, fabricaron un becerro de oro por miedo desesperado cuando Moisés retrasó su regreso de la montaña. Esta espantosa traición amenazó con romper su recién formado pacto con la Divinidad.

Lo que sucede a continuación en la Torá es sorprendente. Tras la crisis del becerro de oro, cuando cabría esperar un castigo severo, encontramos en cambio instrucciones para construir el Mishkan (Tabernáculo) y un renovado énfasis en el Shabat (Sabbat). Esta secuencia del Éxodo, sobre todo en la porción de Vayakhel, revela algo crucial sobre cómo conectamos con Dios y enseñamos a las generaciones futuras a evitar los patrones destructivos.

¿Por qué la Torá yuxtapone la construcción del Mishkán con la observancia del Shabbat inmediatamente después del mayor fracaso espiritual de Israel? ¿Qué lección podemos extraer de esta proximidad textual que habla de criar a los hijos con valores que rechacen el odio y abracen la sabiduría?

El texto de la Torá comienza la porción de Vayakhel con un énfasis sorprendente: «Moisés reunió a toda la comunidad israelita y les dijo Estas son las cosas que Yahveh os ha mandado hacer: Durante seis días se podrá trabajar, pero el séptimo día será sagrado para vosotros, día de completo descanso para Yahveh; quien haga trabajo en él, morirá.»

Sólo después de establecer la primacía del Shabbat procede Moisés a describir los intrincados detalles de la construcción del Mishkán. Este orden es deliberado y significativo. El Mishkán representaba el espacio sagrado, una morada física para la presencia de Dios. El Shabbat establecía el tiempo sagrado, momentos regulares reservados para la conexión con la Divinidad.

El incidente del becerro de oro puso de manifiesto un defecto crítico de la naturaleza humana: la impulsividad y la necesidad desesperada de seguridad tangible cuando se afronta la incertidumbre. Cuando Moisés desapareció en la montaña durante cuarenta días, el pueblo entró en pánico. «¡Hacednos dioses que vayan delante de nosotros, porque este hombre, Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha ocurrido!».

Su reacción fue rápida, destructiva y basada en el miedo. No podían tolerar el vacío creado por la ausencia de Moisés. Su impaciencia les llevó a la idolatría: crear lo que podían tocar y ver, en lugar de mantener la fe en lo invisible.

La respuesta divina nos enseña cómo contrarrestar esta tendencia destructiva. En primer lugar, mediante el Shabat, unapráctica semanal de pausa, reflexión y contención de nuestros impulsos. En segundo lugar, mediante el Mishkan, unaforma estructurada e intencionada de conectar con la Divinidad a través de la belleza, el orden y el propósito colectivo.

Esta pauta refleja la propia creación. Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo, estableciendo un ritmo cósmico. Los humanos, hechos a imagen de Dios, estamos llamados a seguir este patrón: crear y luego dar un paso atrás para apreciar. El Mishkan representa nuestro impulso creativo canalizado hacia la santidad; el Shabat representa nuestra capacidad de cesar la actividad y simplemente estar presentes.

Para los padres que desean criar hijos que rechacen el odio y abracen la sabiduría, esta secuencia bíblica ofrece una orientación vital. Los niños necesitan tanto estructura(Mishkan) como pausa(Shabat). Necesitan límites claros y espacios sagrados, pero también momentos regulares para reflexionar y restablecerse.

El odio suele surgir de impulsos desenfrenados: miedo, inseguridad e incapacidad para tolerar la incomodidad o la incertidumbre. Cuando enseñamos a los niños a detenerse antes de reaccionar, a crear belleza en lugar de destrucción y a encontrar seguridad en los ritmos en lugar de en ídolos dorados, les vacunamos contra el atractivo del odio.

El gran rabino Samson Raphael Hirsch enseñó que la proximidad de estos mandamientos en el texto no era casual. Uno implica acción creativa; el otro, contención creativa. Ambos representan nuestra relación con la Divinidad a través de expresiones diferentes: construir la santidad en el espacio y honrar la santidad en el tiempo.

Este enfoque equilibrado nos enseña que la santidad existe tanto en la acción como en la moderación, tanto en la construcción como en el descanso. Debemos modelar para ellos cómo comprometerse apasionadamente con el mundo y cómo retroceder en la contemplación.

Como dice el texto: «Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es sábado para Yahveh, tu Dios».

El becerro de oro representa nuestros peores impulsos: nuestro pánico a la incertidumbre, nuestra necesidad de gratificación inmediata, nuestra tendencia a crear falsas seguridades. El Mishkan y el Shabat, emparejados, representan el antídoto: la canalización disciplinada de nuestras energías creativas y la práctica regular de la pausa sagrada.

En el frenético mundo actual, estas antiguas enseñanzas nunca han sido tan relevantes. Cuando construimos estructuras sagradas en nuestras vidas honrando el ritmo del descanso, creamos las condiciones para la verdadera conexión: con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Y al hacerlo, enseñamos a nuestros hijos no sólo a evitar el odio, sino a construir una vida de propósito, belleza y paz.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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