El capítulo 19 del Levítico introduce la caridad basada en la agricultura:
Este mandamiento viene incongruentemente después de la ofrenda de bienestar y precede a la prohibición de robar. Esto implica que la mitzvah (mandamiento) agrícola de espigar para los pobres se sitúa entre el servicio al Templo orientado al cielo y la moralidad basada en el hombre. La tierra es la manifestación del pacto de la nación con Dios y no simplemente un bien material.
En este sentido, la palabra hebrea para «caridad«(tzedaká) deriva de la raíz que significa «justicia». La caridad en el contexto bíblico no es un regalo opcional de las arcas de los ricos a los pobres. Estos dones agrícolas a los pobres son obligatorios, lo que implica que pertenecen a Dios y que Él los ha destinado a los pobres y no al agricultor.
Por tanto, dejar las espigas se convierte en un servicio a Dios, similar a los mandamientos anteriores relativos al servicio del Templo. Retener las espigas es un acto semejante a la prohibición que sigue: robar.
Esto lleva implícito que ni el servicio al Templo ni el comportamiento moral absuelven al judío de la otra forma de servir a Dios. Si un judío lleva un sacrificio al Templo, aún debe actuar moralmente, dando caridad a los pobres. Si un judío actúa moralmente, dando caridad a los pobres, aún debe servir a Dios trayendo sacrificios.
Las dos grandes clasificaciones descritas en los versículos anteriores son leket (לֶקֶט), espigas, y peah (פֵאָה), rincones del campo. Shich’cha (שִׁכְחָה), producto olvidado, y leket se describen en Deuteronomio 24:19-21. Leket son los productos que caen al suelo mientras se cosechan. El leket prohíbe al agricultor cosechar todo su campo. Shich’cha se refiere a los productos que quedaron en el campo después de recoger la cosecha.
Peret (פֶרֶט) es lo mismo que leket , pero se refiere específicamente a la fruta que se dejaba en una viña. La Mishná (Peá 6:5) dispone que las olelot (racimos pequeños con pocas uvas) de la viña también pertenecían a los pobres.

Así, los pobres obtienen cuatro dones de un viñedo: peret, olelot, pe’ah y shich’chah; tres de un campo de cereales: leket, shich’cḥah y pe’ah; y dos de los árboles: shich’chah y pe’ah.
El precepto bíblico de shikhḥah se refiere a las gavillas cortadas, y Deuteronomio 24:20 lo amplía para incluir a los olivos. Los sabios lo ampliaron para aplicarlo también al maíz en pie que se olvida en la siega, así como a todo tipo de árboles que se olvidan en la cosecha.
Según la Biblia, la pe’ah sólo se aplica a la esquina del campo dejada por el segador, pero los rabinos la ampliaron para incluir los huertos.
El versículo del Levítico especifica que estas leyes se aplican «cuando recojas la cosecha de tu tierra» (es decir, la tierra de Israel), lo que indica que estas leyes sólo se aplican a la agricultura en Israel. El Talmud (Hulin 137b) lo aplica también fuera de Israel.
La Biblia no especifica una cantidad mínima para el pe’ah, por lo que, según la letra de la ley, aunque haya quedado una mazorca, el precepto se ha cumplido. Los rabinos, sin embargo, establecieron un mínimo de una sesentava parte de la cosecha (Pe’ah 1:1-2; Ḥulin 137b).
El Talmud prohibía también contratar trabajadores gentiles para la cosecha, no sea que, al desconocer la ley, impidan a los pobres recoger leket y pe’ah. No obstante, si los contrata y siegan todo el campo, debe dar pe’ah de la cosecha.
Pe’ah quedó en pie, y los pobres la arrancaron. No se les permitía cortarlo con una guadaña ni arrancarlo con una pala. Al Talmud le preocupaba que, en su necesidad, los pobres se agredieran unos a otros (Pe’ah 4:4). Se permitía a los pobres recoger pe’ah en tres momentos del día: por la mañana, a mediodía y por la tarde. Si un pobre acudía a otra hora, se le prohibía recoger. Con ello se pretendía que todos los pobres tuvieran las mismas oportunidades de acceder a las espigas. El Talmud explica que se eligieron estos momentos porque algunos de los pobres eran madres lactantes que debían comer al principio del día, y otros eran menores que no se levantaban temprano y podían llegar al campo hasta el mediodía, y otros eran ancianos que no podían llegar al campo hasta la tarde (Pe’ah 4:5).
Basándose en el hecho de que la Biblia no dice «darás», sino «dejarás», los rabinos sostuvieron que el agricultor tenía prohibido seleccionar a los pobres a los que se darían estos regalos; cualquier pobre era libre de recibirlos (Hulin 131a).
En nuestros días, no tenemos la obligación de dejar leket, shij’cha, pe’ah, olelot y peret, puesto que los pobres no vienen a cogerlos. La Torá afirma que estos regalos son «para los pobres»; nuestros Sabios aprenden de aquí que son para los pobres y no para los cuervos. Es decir, si no hay pobres que vayan a coger los productos, no hay necesidad de dejarlos fuera. Por esta razón, hoy no dejamos estos regalos.