A José se le ha llamado el Rey bíblico de los Sueños. En verdad, el Génesis relata tres pares de sueños que cambiaron su vida y guiaron su destino, al tiempo que afectaban a los destinos de los Hijos de Israel y de Egipto.
Los dos primeros sueños le sobrevinieron a José cuando era joven y vivía en casa de Jacob(Génesis 37). En el primero, se vio a sí mismo atando gavillas de trigo con sus hermanos. Las gavillas de sus hermanos se inclinaban ante la gavilla de José. La segunda contenía un mensaje similar: el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante él.

El significado de estos dos sueños era evidente para todos, y provocó que sus hermanos se enfadaran con él y que su padre le reprendiera. El primer sueño se hizo realidad cuando los hermanos fueron a Egipto a comprar comida a su hermano y se inclinaron ante él(Génesis 42:6).
Pero los detalles del segundo sueño son problemáticos, casi refutan el significado evidente. Aunque las once estrellas representan claramente a los once hermanos, el sol y la luna, que parecen representar a sus padres, son un problema, pues Raquel ya ha fallecido y Jacob no acompaña a sus hijos a Egipto cuando se inclinan ante José.
El Talmud (Berajot 55a) ofrece una explicación, sugiriendo que la inclusión del sol y la luna fue un «detalle frívolo»:
Rabí Iojanán dijo en nombre de Rabí Shimón ben Iojai: «Igual que es imposible tener grano sin paja, es imposible tener sueños sin detalles frívolos». Rabí Berejía dijo «Un sueño, aunque parte de él se cumpla, no se cumplirá todo». ¿De dónde sabe esto? De José, como dice: (Gn 37:9) «y he aquí que el sol y la luna…»
Sin embargo, esta explicación es problemática, ya que todos los detalles de los sueños restantes eran precisos y necesarios.
Los Sabios explican que, a pesar del evidente defecto, Jacob creyó no obstante que el sueño era profético. Los hermanos, y posiblemente el propio Jacob, podrían servir (y servirían) a su hermano menor en el futuro. La reverencia de Raquel a su primogénito tendría que esperar hasta después de la resurrección de los muertos.
El segundo par de sueños les sobrevino a sus compañeros de prisión, el copero y el panadero jefe del faraón, la misma noche en la prisión egipcia(Génesis 40). El copero soñó con una parra con tres ramas cargadas de racimos de uvas. En el sueño, el copero exprimía las uvas y presentaba la copa de vino a Faraón.
El jefe de los panaderos soñó que llevaba tres cestas de pan sobre la cabeza. Los pájaros se comían el pan de la cesta superior.
José hizo lo que nadie podía hacer: interpretó los sueños. Tras afirmar que la comprensión de los sueños procede de Dios, José explicó que en tres días se sellaría el destino de cada prisionero. El copero sería restituido a su puesto en palacio, mientras que el panadero sería ejecutado.
El portador de la copa prometió abogar por José tras regresar a su puesto en palacio, pero esta promesa fue olvidada.
Dos años más tarde, el faraón tuvo el tercer par de sueños(Génesis 41). En el primer sueño, el Faraón soñó que estaba de pie a orillas del Nilo cuando siete vacas hermosas subieron del agua para pastar. Les seguían siete vacas flacas que consumían a las vacas gordas.
El Faraón despertó del sueño, pero volvió a dormirse y soñó de nuevo. En este sueño, «siete espigas de grano, sólidas y sanas, que crecían en un solo tallo», eran consumidas por «siete espigas, flacas y abrasadas por el viento del este».
El faraón sabía que los sueños eran significativos, pero ninguno de sus magos o sabios podía interpretarlos. El copero se acordó de José y fue sacado de la cárcel, aseado y presentado al faraón. Entonces interpretó los sueños, con la advertencia de que todas las respuestas procedían de Dios. José observó que, al igual que los pares de sueños anteriores, los sueños del faraón tenían un único mensaje: a siete años de abundancia seguirían siete años de hambruna que serían tan duros que borrarían los beneficios de los siete primeros años.

Es la interpretación de estos dos sueños lo que lleva al Faraón a poner a José al frente del futuro de Egipto. Es interesante observar que la manifestación de los sueños del faraón hizo realidad los sueños de José, situándolo por encima de sus hermanos.