Tzaraat del Hogar: Un castigo y una bendición

A stone house in Jerusalem (Shutterstock.com)|Ruins overlooking the Dead Sea. Homes like this could be afflicted with tzaraat during Biblical times. [Photo: Wiki Commons]

Después de tratar tzaraatuna aflicción espiritual de presentación similar a la lepra, que aparece en el cuerpo y la ropa, la Torá pasa a describir la tzaraat que aflige a las casas. Si las paredes se decoloraban con vetas rojas o verdes y se sospechaba que había tzaraat, el propietario debía comunicárselo al sacerdote, que ordenaba desalojar la casa y luego la examinaba. Si la peste en las paredes era de vetas verdosas o rojizas profundas en la pared, el sacerdote debía cerrar la casa durante siete días. Si, al cabo de siete días, la peste se había extendido, el sacerdote debía ordenar que arrancaran las piedras con la peste y las arrojaran fuera de la ciudad. Entonces se rasparía la casa, se volverían a colocar las piedras y se enluciría de nuevo. Si la peste volvía a aparecer, la casa debía ser derribada. Si la peste no reaparecía, el sacerdote debía declarar limpia la casa. Para purificar la casa, el sacerdote debía tomar dos pájaros, madera de cedro, esencia de carmesí e hisopo, sacrificar un pájaro sobre agua dulce, rociar la casa siete veces con la sangre del pájaro y luego dejar libre al pájaro vivo.

El Midrash enseña que, puesto que Dios puso la aflicción sobre la casa como una bendición. Vayikra Rabá (17:6) relata que, cuando los cananeos se enteraron de que los judíos venían a conquistar la tierra, escondieron sus riquezas dentro de sus casas y en sus campos. Dios les dijo: «Prometí a sus padres’ que llevaría a sus hijos a una tierra llena de todo bien», como dice el versículo(Deuteronomio 6:11) ‘Y casas llenas de todo bien’. Por tanto, continúa el Midrash, ¿qué hace Dios? Deja marcas leprosas en la casa. Cuando los israelitas quitaron las piedras afligidas de sus casas, descubrieron los tesoros que los cananeos habían escondido entre las paredes.

Ruinas con vistas al Mar Muerto. Casas como ésta podían sufrir tzaraat en tiempos bíblicos. [Foto: Wiki Commons]
Ruinas con vistas al Mar Muerto. Casas como ésta podían sufrir tzaraat en tiempos bíblicos. [Foto: Wiki Commons]

La tzaraat del hogar es, no obstante, también un castigo. El Talmud nos enseña que el tzaraat del hogar es un castigo para ciertos pecados: para los que no quieren prestar objetos en su casa (Yoma 11b) y para los que roban o son avaros (Arajin 16a).

En este caso, el castigo es especialmente adecuado y forma parte de la cura. Si una persona se niega a prestar objetos a sus vecinos con la excusa de que no posee tal objeto, su mentira se revela después de que se le obligue a sacar todas sus pertenencias y disponerlas fuera tras la llegada del sacerdote. Si han robado o se han negado a devolver un objeto prestado, también se revelará de la misma manera.

El Rambam enseña que la tzaraat del hogar es el primer paso de una cadena de castigos que se intensifican gradualmente por proferir calumnias.

Esta aflicción que viene como consecuencia del pecado es insinuada por el profeta Habacuc:

El tzaraat es un mal que sólo aflige a los hogares de la Tierra de Israel y sólo a los hogares construidos con piedra y madera. Aunque el tzaraat del cuerpo afligía a los judíos del desierto, el tzaraat del hogar no se aplicaba a los judíos del desierto, pues vivían en tiendas.

Los comentaristas explican que las casas situadas fuera de la Tierra de Israel carecen de la santidad especial impartida a las casas de la Tierra de Israel como resultado de la presencia de Dios que se manifiesta en el Templo. Por tanto, estas cuestiones de santidad y pureza no se aplican fuera de la Tierra.

Esta idea de que la Tierra de Israel tiene una santidad especial y, por tanto, una norma más estricta, se refleja en el comentario de Rashi sobre el versículo:

Rashi escribió: «Esto es comparable a un príncipe … Así también Eretz Yisrael no tolera a los pecadores».

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