Una vez, un niño rompió accidentalmente la posesión más preciada de su padre, un hermoso jarrón transmitido de generación en generación. Temeroso de la ira de su padre, el chico escondió los trozos rotos y le evitó durante días. Preguntó a su hermano mayor qué hacer, y éste le advirtió: «Padre se pondrá furioso; puede que nunca te perdone». Preguntó a un vecino, que le dijo: «Seguro que te castigará». Finalmente, acudió a su madre, que le dijo amablemente: «Dile la verdad. Tu padre te quiere más que a nada. Si eres sincero y lo sientes, lo entenderá».
Nervioso, el chico se confesó a su padre, expresando remordimiento y esperando lo peor. Pero en lugar de enfadarse, su padre se arrodilló, le abrazó y le dijo: «Me alegro mucho de que me hayas dicho la verdad. Veo que de verdad te sientes mal por lo ocurrido. Lo resolveremos juntos».
Esta historia refleja la profunda lección que los sabios nos enseñan sobre nuestro Padre del Cielo: cuando le preguntaron cuál debía ser el castigo para un pecador, la sabiduría respondió: «El mal persigue a los pecadores» (Proverbios 13:21), haciendo hincapié en las consecuencias naturales de las malas acciones. La Profecía respondió: «El alma que peque morirá» (Ezequiel 18:4), transmitiendo un juicio duro y definitivo. Pero cuando se le preguntó al propio Dios, Su respuesta fue radicalmente distinta: «Que se arrepienta y sea perdonado». Este contraste entre la sabiduría, la profecía y Dios revela un tema central en el judaísmo: no importa la gravedad de nuestros errores, el arrepentimiento -Teshuva-siempre ofrece un camino hacia la redención.
Este tema aparece vívidamente en la porción de la Torá Nitzavim(Deuteronomio 29:9-30:20), que contiene lo que se conoce como la «porción del arrepentimiento»(Deuteronomio 30:1-10). Tras una serie de duras consecuencias por abandonar las leyes de Dios -incluidos el exilio, el sufrimiento y la dispersión entre las naciones-, la Torá pasa a un mensaje de esperanza y retorno. Incluso en los momentos más oscuros, sigue abierta la posibilidad del arrepentimiento. Si elegimos volver a Dios, seremos restaurados.
El rabino Isaac Arama llama la atención sobre la estructura de estos versículos, señalando que van y vienen entre el pueblo que vuelve a Dios y Dios que vuelve al pueblo. Por ejemplo, en Deuteronomio 30:2 dice:
Mientras que en el versículo siguiente dice
Este lenguaje alternante nos enseña una lección crucial: cuando damos incluso los pasos más pequeños hacia Dios, Él se encuentra con nosotros a medio camino, ofreciéndonos ayuda y guía divinas. El arrepentimiento no es un esfuerzo unilateral; es una interacción dinámica en la que Dios nos ayuda activamente en el camino hacia la redención.
Dios no se queda atrás con un juicio distante, esperando para castigar a los pecadores. Por el contrario, espera ansioso nuestros primeros pasos hacia el retorno, dispuesto a ayudarnos a reconstruir. La teshuva no consiste simplemente en confesar los pecados pasados, sino en reavivar la relación con Dios y renovar nuestro vínculo con Él.
El rabino Joseph Albo amplía esta idea al reflexionar sobre la famosa llamada de Deuteronomio 30:19: «He puesto ante ti la vida y la muerte… elige, pues, la vida». Albo explica que esta «vida» se refiere a la vitalidad espiritual que proviene de una relación con Dios, sostenida por la práctica del arrepentimiento. La teshuva no es una mera opción; es una cuestión de vida o muerte. La «vida» de la que habla Albo no es sólo la existencia física, sino la vida del alma, profundamente conectada con Dios. Elegir la vida» significa aprovechar la oportunidad de volver a Dios, renovando la relación que nos sostiene.
En última instancia, por mucho que nos hayamos desviado, la puerta del arrepentimiento siempre está abierta. Dios no pretende castigar con finalidad, sino que ofrece la teshuva como medio para volver. El arrepentimiento es un don que nos permite enfrentarnos a nuestros fallos sin sentirnos aplastados por ellos. Es una llamada al crecimiento, la transformación y la esperanza. La teshuva enseña que, independientemente de lo lejos que hayamos caído o de lo alejados que nos sintamos de Dios, el camino de vuelta siempre está abierto. Nunca estamos más allá de la redención, pues Dios desea nuestro regreso y está dispuesto a acogernos con compasión.
Mediante el arrepentimiento, volvemos a conectar con Dios y redescubrimos el sentido y el propósito que infunden nuestra existencia. Elegir la Teshuva transforma la vida de mera supervivencia en una relación de amor y devoción a la Divinidad. En definitiva, la Teshuva no consiste sólo en enmendar los errores del pasado, sino en elegir la vida en su sentido más pleno y profundo.
Y esa elección es siempre nuestra.
Asegurar el futuro de Israel requiere nuestra dedicación y apoyo constantes. Israel365 fortalece a Israel tendiendo puentes entre judíos, cristianos y todos los que comparten nuestros valores basados en la fe. Con Israel bajo ataque, especialmente después del 7 de octubre, esto es más importante que nunca. Nuestro programa de donaciones de legado garantiza que puedas estar con Israel durante generaciones.