La narración del descenso de José a Egipto se deja de lado durante un capítulo, pues la Torá relata la insólita historia del levirato entre Judá y su nuera Tamar. Esta inusual unión dio lugar a gemelos y, de forma similar a Jacob y Esaú, los gemelos rivalizaban en el vientre materno por los derechos del primogénito. A diferencia de Esaú y Jacob, la contienda no era en el talón (de ahí el nombre de «Jacob»), sino en la mano. Cuando Tamar se puso de parto, uno de los bebés insistió tanto en ser el primero que sacó la mano del vientre. Para determinar qué niño era el primero en llegar al mundo, se le ató un hilo rojo alrededor de la muñeca antes de que la retrajera de nuevo al útero.
Es interesante observar que la táctica de atar un hilo rojo para significar el estatus primario se incorporó a las leyes de las primicias (bikkurim). La Mishná describe cómo, cuando un agricultor veía madurar los primeros higos, uvas o granadas, ataba un hilo escarlata alrededor de ellos y decía: «He aquí que éstos son bikkurimconsagrando así las primicias a Dios.

La Biblia sólo describe explícitamente dos parejas de gemelos: Jacob y Esaú, nacidos de Rebeca e Isaac, y Pérez y Zéraj, nacidos de Judá y Tamar. Hay varias diferencias claras entre el parto gemelar de Rebeca y el parto gemelar de Tamar. El parto de Rebeca fue anunciado por la Torá al escribir: «Cuando sus días estaban cumplidos para dar a luz»(Génesis 25:24)
Mientras que respecto a Tamar, la Torá escribió: «Cuando llegó el momento de dar a luz…»(Génesis 38:27).
Los Sabios observan que esto indica que el embarazo de Rebeca llegó a su término completo de nueve meses, mientras que el embarazo de Tamar sólo duró siete meses antes de que nacieran los niños.
Además, la palabra para gemelos (t’omim) se escribe de forma diferente. En el caso de Esaú y Jacob, se escribe sin ‘aleph’ (תוֹמִם), mientras que en el caso de Pérez y Zerah, se escribe en su forma completa con el ‘aleph’ (תְאוֹמִים). Los sabios enseñan que el ‘aleph’ indica rectitud y, en el caso de Jacob y Esaú, sólo un hermano era recto.
A diferencia de Jacob y Esaú, los dos hermanos gemelos nacidos de Tamar eran hombres justos. Según algunos sabios, a pesar de los esfuerzos de Zéraj, Pérez fue el primero en entrar de lleno en el mundo, pues se convertiría en el antepasado de la Casa de David y, en última instancia, en el Mesías. El linaje de Pérez produjo finalmente a Booz, el abuelo del rey David, quien, al igual que Judá con Tamar, realizó un matrimonio de levirato con Ruth.
Esta diferencia es notable. Isaac y Rebeca eran ambos completamente justos. Sin embargo, sólo uno de sus hijos llegó a ser justo. Tamar tuvo que vestirse de ramera para atraer a Judá a acostarse con ella y, cuando vio que estaba embarazada, Judá supuso erróneamente que era fruto de un pecado. Sin embargo, ambos hijos nacieron justos.
Los nombres que Judá dio a los gemelos estaban llenos de significado. Zerah significa resplandeciente y se refiere al amanecer. Pérez significa «abrirse paso» y la obra cabalística Sefer HaBahir enseña que se refiere a la luna, que experimenta periodos de «ruptura» y renacimiento. Representa al baal tshuva, el que vuelve a Dios (es decir, el arrepentido) que, como la luna, crece y mengua en su servicio a Dios, mientras ilumina los rincones más oscuros. En la Cábala, el sol representa al completamente justo, cuya luz brilla de forma constante, sin interrupciones ni fluctuaciones.
El Talmud (Brajot 34b) enseña que el baal tshuva alcanza un nivel espiritual superior y logra lo que el justo consecuente no puede. Por este motivo, el Talmud describe a Saúl, que era alto y guapo, como «demasiado recto» y, por esta razón, no era apto para ser rey. Mientras que David, que fue descrito como «pequeño», es arrepentido. Se convirtió en rey, unificó Israel y es el antepasado del Mesías.
Zera tendió la mano antes de que naciera su hermano, pero la retiró. Esto significa el deseo de ser completamente recto en el servicio a Dios desde el principio, un deseo que rara vez se manifiesta plenamente en este mundo. Por esta razón, Pérez, que representa la luna y el baal tshuva, precede a su hermano en el mundo, creando así la posibilidad y la precedencia del arrepentimiento.(Likutei Sichot vol. 30, pp. 188-189).
El Talmud (Yebamot 76b) relata que cuando Saúl vio que David había matado a Goliat, su primera pregunta fue si David era de la línea de Pérez o de Zera. Esto es crucial para Saúl, pues si David es de la línea de Pérez, es un rival potencial, ya que un rey debe ser de la línea de Pérez. Si David es de Zera, sólo será una persona importante, pero no un rival. Un rey, sobre todo el que prepara el camino al Mesías, debe «romper» vallas y barreras.
Aunque Zéraj también es justo, sus descendientes no son tan ilustres como los de Pérez. En el Libro de Josué, vemos que Acán (más tarde llamado Acar, el perturbador de Israel, en 1 Crónicas 2:7), descendiente de Zéraj, saqueó un lingote de oro, una cantidad de plata y un «hermoso vestido babilónico» de Jericó, contraviniendo la directiva de Josué de que «toda la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro sean consagrados al Señor»(Josué 6:19). Por el pecado personal de Acán, todos los Hijos de Israel sufrieron la derrota en la batalla.