David no da ninguna indicación sobre cuándo compuso el Salmo 31. Sin embargo, parece claro que lo escribió mientras huía de un enemigo. Los comentaristas suponen que fue escrito cuando David huía de Saúl, tras ser traicionado por la gente de Keila y luego de nuevo por los habitantes del desierto de Zif(I Samuel 23).
Aunque David era un hombre de fe, a raíz de esta difícil experiencia en su vida su fe parece sufrir una transición. El Salmo 31 es la historia de una fe sacudida, renovada y transformada.
El salmo puede dividirse en cuatro partes. La primera parte del salmo (ocho versículos y sesenta y tres palabras) explica la increíble fe que el salmista tenía en Dios: «En Ti, Dios, busco refugio; que nunca quede defraudado; como Tú eres justo, rescátame».(versículo 2); «En Tu mano confío mi espíritu; Tú me redimes, Dios, Dios fiel«(versículo 6).
En la primera sección, la fe del salmista se basa en sus sentimientos de derecho a la salvación de Dios. Como sabe que Dios es justo y fiel, confía en que Dios siempre le salvará. Sin embargo, este tipo de fe no dura cuando se ve superado por los problemas.
Los cinco versículos siguientes del salmo describen la tristeza del salmista, que se acerca a la desesperación: «Ten piedad de mí, Dios, porque estoy angustiado; mis ojos están consumidos por la vejación, también mi sustancia y mi cuerpo»(versículo 10) ; «Oigo los murmullos de muchos, intrigas por todas partes, mientras maquinan juntos contra mí, tramando quitarme la vida«(versículo 14). En esta sección, sólo se dirige a Dios en el primero de estos cinco versículos. Poco a poco, la desesperanza se apodera de él y Dios desaparece de su conciencia.
En la tercera parte del salmo (ocho versículos y sesenta y dos palabras), el salmista redescubre su fe.«Muestra favor a tu siervo; como Tú eres fiel, líbrame»(versículo 17); «Bendito sea Yahveh, porque me ha sido maravillosamente fiel, un verdadero baluarte» (versículo 22).(versículo 22). En esta sección, la salvación de Dios no se da por sentada. Más bien, el salmista aprecia la bondad y la fidelidad de Dios.
En la tercera sección, el salmista reflexiona sobre lo que le ha ocurrido. Se da cuenta de que perdió la esperanza en Dios debido a sus expectativas equivocadas. Interpretó erróneamente que Dios no respondía inmediatamente a sus oraciones como una falta de atención por su parte. Sin embargo, en contraste con sus oraciones de derecho, cuando rezaba de verdad por necesidad, sus oraciones eran respondidas. A través de esta reflexión, el salmista se da cuenta de lo que significa tener verdadera fe en Dios.
La cuarta y última parte del salmo es un versículo de aliento para «todos los que esperáis en Dios»: «Sed fuertes y valientes»(versículo 25). Las palabras «Sed fuertes y valientes» suelen reservarse a los líderes cuyo liderazgo inicia una nueva era en la historia judía. Cuando Josué fue elegido para conducir al pueblo a la Tierra de Israel, Dios y Moshé le animaron con estas palabras(Deuteronomio 31). Asimismo, al comienzo de la dinastía davídica, David utiliza estas palabras para animar a Salomón(I Crónicas 28).
¿Por qué utiliza David estas palabras aquí? Según el comentarista medieval conocido como Rashi, David está animando a los demás al decir que su salvación de sus muchos problemas debería servir de inspiración y aliento para todos los que esperan a Dios. Al igual que David adquirió una nueva comprensión de Dios con el tiempo, los «que esperan a Dios» comienzan también una nueva etapa en su relación con Él. En lugar de esperar respuestas instantáneas y milagros, se dan cuenta de que Dios puede elegir acceder a nuestras oraciones, pero no está obligado a hacerlo. Esta nueva comprensión puede requerir un ajuste de la forma de pensar y de las expectativas, algo que les puede resultar difícil o desafiante. Por eso, el salmista termina con el aliento «¡Sed fuertes y valientes!».
Los salmos de David, aunque escritos en respuesta a su propia experiencia personal, contienen mensajes intemporales para todos nosotros. Si nos tomamos a pecho la lección de este salmo, fortalecerá también nuestra fe en Dios. Con esta sofisticada comprensión de cómo actúa Dios, entenderemos que Dios siempre está de nuestro lado, aunque no obtengamos las respuestas que deseamos en el momento en que las esperamos.