¿De qué modo el matrimonio levirato prepara el terreno para la resurrección de los muertos?

noviembre 21, 2021

La historia de los Hijos de Israel descendiendo a Egipto, tan central para el resto de la Biblia, se ve interrumpida por la anómala historia de Judá y Tamar. Una mirada más profunda a la historia revelará por qué Judá y Tamar son también esenciales para la historia final de la Redención.

Er se casó con Tamar, pero de algún modo enfureció a Dios, por lo que murió. Judá le dice a Onán: «Únete a la mujer de tu hermano y cumple con ella tu deber de cuñado, y proporciona descendencia a tu hermano»(Génesis 38:8)

Judá estaba instruyendo a Onán para que cumpliera el mandamiento bíblico del matrimonio levirato, o Yibum (יבום). Onán prefirió derramar su descendencia antes que cumplir este mandamiento y, por ello, fue asesinado por Dios. Judá ordenó entonces a Tamar que esperara hasta que el hermano menor alcanzara la mayoría de edad, momento en el que Sela cumpliría este mandamiento. Sin embargo, cuando llegó el momento, Judá retuvo a Sela y Tamar engañó a Judá para que cumpliera él mismo el mandamiento.

Esta mitzvah se ordena explícitamente en el Libro del Deuteronomio(25:5-6):

Esto explica la negativa de Onán a cumplir el mandamiento. Cuando un hombre realiza un levirato, el hijo resultante no se considera su descendencia, o, como se explica en la Biblia,(Génesis 38:9).

Al pariente masculino que realiza el levirato se le denomina goel, o redentor, ya que en esencia está redimiendo la herencia del muerto, que no tiene quien la reciba. Esto se ve claramente en el libro de Rut, en el que un pariente cercano de Elimelec, el suegro fallecido de Rut, es descrito como un «goel«. Al igual que Onán en la historia de Judá y Tamar, el pariente de la historia de Rut renuncia a cumplir el mandamiento del yibum. Booz interviene y se declara dispuesto a cumplir el mandamiento en su lugar y redimir la herencia.

El mandamiento es inexplicable. En circunstancias normales, está prohibido que un hombre se case con su cuñada(Levítico 18:16). El matrimonio por levirato sólo está permitido cuando el hermano fallecido no tenía ningún hijo. Como ya se ha dicho, el hijo no se considera descendiente de su padre biológico, sino que el primer hijo nacido de la viuda del hermano se consideraría heredero del hermano fallecido, y podría reclamar la parte de la herencia de éste. Si el hermano fallecido era el primogénito, su herencia era doble.

Aunque el Deuteronomio afirma que el matrimonio por levirato incumbe al hermano, la Biblia nunca describe un caso en el que sea el hermano quien actúe como redentor. En el caso de Judá y Tamar, los hermanos no cumplen el mandamiento. De hecho, es el suegro quien cumple el mandamiento. En el caso de Booz, está aún más alejado.

Según la ley bíblica, no es necesaria una ceremonia matrimonial entre la viuda y el hermano del difunto, pues ya están unidos por decreto divino, por lo que sólo necesitan cohabitar para realizar un matrimonio de levirato. No obstante, los Sabios decretaron que la pareja celebrara una ceremonia similar al matrimonio, recitara las bendiciones matrimoniales y redactara un contrato matrimonial.

El decreto rabínico prohíbe actualmente el levirato como parte de la prohibición moderna de la poligamia. Los sabios también se preguntan si los hombres de hoy tienen un nivel espiritual lo bastante elevado como para cumplir el mandamiento con la intención adecuada, ya que está contaminado por la incorrección sexual.

A la muerte del hermano, la esposa se considera prometida a un pariente varón aún por determinar de su difunto marido. No puede casarse hasta que realice un matrimonio levirato. En lugar del matrimonio levirato, se realiza la halitzá, una forma de divorcio. La ley judía considera adúltera a la viuda sin hijos que se vuelve a casar con alguien que no sea su cuñado sin realizar la ceremonia de la halitzá. El proceso implica que la viuda haga una declaración, se quite un zapato del hermano y escupa en el suelo. Mediante esta ceremonia, el hermano y cualquier otro pariente varón quedan liberados de la obligación. La ceremonia de la halitzá hace que la viuda sea libre de casarse con quien desee, salvo con un Sacerdote.

Es interesante observar que, tras el nacimiento de un hijo de Rut y Booz, el pueblo declara: «¡A Noemí le ha nacido un hijo!». Como ya se ha dicho, se considera que el hijo es vástago del hombre fallecido. En este caso, se considera que Oved es hijo de Elimelec y Noemí.

El matrimonio levirato tiene gran importancia para la venida del Mesías. Oved, producto del yibum entre Booz y Rut, es el abuelo del rey David. Booz es de la tribu de Judá, descendiente del yibum entre Judá y Tamar.

Quizá lo más inexplicable sea Rut, una conversa de la nación de Moab. Moab, como proclama orgullosamente su nombre, está compuesta por los descendientes de la unión incestuosa de Lot y su hija. Al proponer que emborrachen a su padre para yacer con él, la hija mayor utiliza un término poco habitual(Génesis 19:32):

El término «mantener la vida» es una referencia al mandamiento del matrimonio levirato, como se vio en el caso de los hijos de Judá (Génesis 38:8). El Mesías de la Casa de David descenderá de múltiples casos de matrimonio levirato; Judá y Tamar, Rut y Booz, e incluso Lot y su hija. Esto es necesario, pues el matrimonio levirato es un mandamiento que supera a la muerte, preparando el terreno para la resurrección de los muertos.

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