Hace unas semanas, hice un nuevo amigo. Y lo comparto aquí porque creo que no debería darse por sentado cuando se hace un nuevo amigo en la edad adulta. De hecho, debería celebrarse. Tanto si te has despedido de los días en que charlabas en la fila del coche compartido como si tus hijos ya no dan volteretas juntos en gimnasia, encontrar y conservar un amigo requiere un esfuerzo real, un esfuerzo que a veces puede parecer desalentador.
Esto me hizo pensar en los orígenes de la amistad, que son muy profundos en la Biblia. Vale, vale, tuvimos un comienzo difícil con Caín y Abel, y yo no diría que Jacob y Esaú tuvieran la más amistosa de las relaciones. Pero a través de suficientes pruebas y errores, Moisés y su hermano Aarón parecieron alcanzar un equilibrio. Crianzas diferentes, papeles diferentes dentro de su comunidad y, en cierto modo, comunidades diferentes ellos mismos: Moisés dirigía a los israelitas, mientras que Aarón dirigía la división de élite kohánica. A pesar de sus diferencias, Moisés y Aarón siguieron siendo eternos partidarios, confidentes y modelos de conducta el uno para el otro.
Su relación es un antiguo modelo de lo que puede ser la amistad: complicada, pero gratificante. Como he aprendido con mi nuevo amigo, construir y mantener un vínculo requiere intención y comprensión. Entonces, ¿qué dice realmente la Biblia sobre la amistad, y qué podemos aplicar hoy de la amistad entre Moisés y Aarón?
Moisés y Aarón hicieron historia como una de las asociaciones fraternales más poderosas. Aunque Moisés era el mensajero elegido por Dios, contaba con su hermano mayor Aarón para que fuera su voz y su apoyo. Su trabajo en equipo resultó esencial para liberar a los israelitas de la esclavitud egipcia y guiarlos hacia su nueva patria. Su vínculo y su propósito compartido les ayudaron a superar los retos y a guiar a su pueblo en tiempos extraordinarios.
En el centro de la colaboración de Moisés y Aarón está el momento de la Zarza Ardiente, cuando Dios designó a Moisés para que sacara a los israelitas de Egipto. La reticencia de Moisés, debido a sus dudas sobre su capacidad para hablar, lleva a Dios a designar a Aarón como su portavoz. Este acontecimiento no sólo sienta las bases de su liderazgo conjunto, sino que también pone de relieve sus funciones complementarias: Moisés como visionario y Aarón como portavoz(Éxodo 4:10-16).
Su solidaridad se ejemplifica aún más durante sus enfrentamientos con el faraón, donde los milagros de Aarón, como convertir su bastón en una serpiente, sirven como poderosos recordatorios del poder de Dios. Estos actos señalan su compromiso compartido con la directiva de Dios y su misión conjunta de liberar a los israelitas(Éxodo 7:10-12).
Sin embargo, su relación no está exenta de tensiones. En el incidente del Becerro de Oro, Aarón cede a las exigencias del pueblo en ausencia de Moisés, lo que marca un importante punto bajo. La reacción de Moisés a su regreso -mezclando la decepción con la comprensión de su misión común- revela la profundidad de su vínculo y sus complejidades(Éxodo 32).
Una demostración especialmente conmovedora de su relación se produce en la porción de la Torá en la que Aarón es nombrado Sumo Sacerdote. A lo largo de esta porción no se menciona directamente a Moisés. Esta omisión es intencionada, pues pone de manifiesto la humildad de Moisés y su deseo de que Aarón disfrute sin compartir el protagonismo de este momento tan significativo. La voluntad de Moisés de hacerse a un lado por el honor de su hermano personifica el desinterés y pone de relieve la esencia de su vínculo. Este segmento de la Escritura, dedicado al Sumo Sacerdote, ilustra la preferencia de Moisés por apoyar a su hermano entre bastidores, permitiendo que los logros de Aarón ocuparan el centro del escenario(Éxodo 27:20-30:10).
La quintaesencia de su amor fraternal se recoge en los Salmos:
Según el rabino David Kimchi, esta imagen del «aceite fino sobre la cabeza que desciende hasta la barba, la barba de Aarón», es una referencia a la unción de Moisés a Aarón como Sumo Sacerdote. Estas imágenes no sólo celebran su unidad, sino que también presentan a Moisés y Aarón como ejemplos de fraternidad armoniosa. La alegría de Aarón por los éxitos de Moisés en el liderazgo, y la disposición de Moisés a apoyar a Aarón en los errores, ilustran un ideal de unidad entre hermanos, marcado por el respeto mutuo y la alegría compartida por los logros del otro.
La narración de la muerte de Aarón en el monte Hor constituye un hito sombrío, que no sólo significa una pérdida personal para Moisés, sino también un cambio en su liderazgo compartido. La transferencia de la función sumo sacerdotal de Aarón a su hijo Eleazar significa la continuación de su misión divina, aunque sin la asociación que había guiado a los israelitas a través de numerosas pruebas(Números 20:22-29).
La historia de Moisés y Aarón no es sólo historia antigua: es una poderosa lección para el mundo actual. Estos hermanos nos mostraron cómo es la verdadera asociación: apoyándose mutuamente, superando los desacuerdos y manteniéndose centrados en sus objetivos comunes. Incluso cuando las cosas se pusieron difíciles, siguieron comunicándose y perdonándose. Su historia nos recuerda que las relaciones sólidas, tanto en la vida personal como en el trabajo, requieren confianza, comprensión y voluntad de permanecer unidos a pesar de las dificultades. En un mundo en el que las conexiones auténticas pueden parecer escasas, Moisés y Aarón nos muestran cómo la fe mutua y el verdadero trabajo en equipo pueden lograr lo extraordinario.
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