Mi familia vivió en el Upper West Side de Manhattan hasta que yo cumplí siete años. Nuestro apartamento estaba en un barrio vibrante, lleno del ajetreo y el bullicio de la vida urbana. Uno de nuestros vecinos era un hombre divorciado cuyos hijos le visitaban los fines de semana. Su hija y yo jugábamos juntas cada vez que venía, disfrutando de nuestros breves pero memorables momentos de compañía infantil.
Un día de Sabbat, me encontré en su apartamento cuando el Sabbat estaba terminando. Me quedé para la ceremonia del Havdallah , un conjunto de bendiciones que se recitan para señalar la conclusión del Sabbat. Este ritual me resultaba familiar, algo que había hecho toda mi vida. Pero aquella noche adquirió un nuevo significado.
El cuarto de los Diez Mandamientos nos instruye:
Los sabios explican que esto significa que debemos declarar la santidad del Sabbat tanto cuando comienza como cuando termina. Cuando terminamos el Sabbat tras un día de descanso por mandato divino, declaramos su santidad sobre una copa de vino en una oración llamada Havdallah, o Separación. Esta oración no sólo marca la transición del Sabbat sagrado a la semana ordinaria, sino que también nos recuerda que debemos llevar la espiritualidad del Sabbat a los días venideros.
Una de las bendiciones de esta ceremonia se recita sobre una llama. Tras pronunciar la bendición, levantamos los dedos hacia la llama, mirando las sombras de los dedos en las palmas y el reflejo del fuego en las uñas. Era un ritual que había realizado durante toda mi vida -seis años en aquel momento- sin pensar demasiado en su significado. Sin embargo, aquel sábado por la noche, mi vecino me preguntó si sabía de qué se trataba. Avergonzada, le confesé que no. Entonces me lo explicó.
Como consecuencia del pecado del hombre, Dios decidió ocultar la luz primordial que creó al principio del mundo. Al concluir el primer Sabbat, el sol se puso y apareció la oscuridad por primera vez. Adán estaba aterrorizado, pero Dios le inspiró que golpeara dos piedras entre sí y creara fuego. En respuesta, Adán alabó a Dios por haber creado el fuego utilizando la misma bendición que ahora recitamos como parte de la oración de Havdallah . Al recitar esta bendición, damos gracias a Dios por la creación del fuego en la misma noche en que fue creado. Recitar esta bendición sobre el fuego también nos recuerda que, al igual que Adán, con la ayuda de Dios, creó luz de una roca para combatir la oscuridad, nosotros también podemos encontrar claridad e iluminación en tiempos difíciles, a veces de las fuentes más inesperadas.
Además, el uso del fuego está prohibido durante todo el Shabbat(Éxodo 35:3) y sólo vuelve a estar permitido el sábado por la noche. Por eso recitamos esta bendición de agradecimiento por el fuego tras la salida del Sabbat. Esta renovación semanal del fuego también sirve como un poderoso símbolo de esperanza y resistencia, que nos recuerda nuestra capacidad de superar la oscuridad con la luz.
La explicación de mi vecino transformó un simple ritual en una profunda lección. Aprendí que las tradiciones que practicamos a menudo encierran profundos significados que nos conectan con nuestra historia y con Dios. Incluso los rituales más familiares pueden contener profundidades ocultas de inspiración.
La Biblia hebrea es un libro muy grande: en realidad, 24 libros, para ser exactos. Estudiarla puede resultar muy abrumador. ¿Por dónde empezar?
La Biblia de Israel Plus elimina el estrés del estudio de la Biblia, permitiéndote centrarte en la tarea más importante: la propia Biblia. Haz clic aquí ¡para llevar aún más Biblia a tu vida!