Una de mis canciones favoritas es «Dodi Li» de Peter, Paul y Mary. Su música fue la banda sonora de mi juventud, y «Dodi Li» resonó en mí tan profundamente que fue la canción que elegí para caminar hacia el altar en mi boda. Aparte de su hermosa melodía, que procede del Cantar de los Cantares, me pareció increíblemente oportuna: me casé justo dos días antes del mes hebreo de Elul. Las letras hebreas de Elul -Alef (א), Lamed (ל), Vav (ו), Lamed (ל)- forman un acrónimo de «Ani L’dodi V’dodi Li» (אני לדודי ודודי לי), que significa «Yo soy de mi amado y mi amado es mío».
Fue una dulce y encantadora coincidencia que hizo que la canción tuviera aún más significado para mi boda.
Pero ¿sabías que este verso lleno de amor también es increíblemente relevante para el mes hebreo de Elul? Elul, que ha empezado hoy, es el último mes del año judío y marca el comienzo formal de la temporada de las Altas Fiestas, quizá el periodo más importante del calendario judío. Entonces, ¿qué tienen que ver las relaciones amorosas con este mes, y cómo se relacionan con las Altas Fiestas en general?
Las Altas Fiestas comienzan el primer día del mes hebreo de Tishrei, que suele caer en septiembre u octubre. Rosh HaShaná, el Año Nuevo judío, da comienzo a este mes festivo, seguido de Yom Kipur, el Día de la Expiación. Luego viene Sucot, la Fiesta de las Cabañas, y por último Sheminí Atzeret y Simjat Torá, que marcan la conclusión de Sucot y la celebración de completar el ciclo anual de lectura de la Torá. ¡Es mucho a lo que prestar atención! Sin embargo, los días previos a estas fiestas, incluido el mes de Elul, se consideran increíblemente significativos y auspiciosos.
La frase «Ani L’dodi V’dodi Li» capta el espíritu de Elul. En lugar de considerar este periodo únicamente como uno de solemnidad, el Cantar de los Cantares nos invita a verlo a través de la lente del amor. Elul se considera tradicionalmente una época de Teshuva, o arrepentimiento, en la que reflexionamos sobre nuestros actos del año transcurrido y nos esforzamos por volver a ser lo mejor de nosotros mismos. Pero también es un tiempo para renovar y profundizar nuestra relación con Dios. La frase nos recuerda que nuestro vínculo con la Divinidad no se basa en el miedo ni en la obligación, sino en una conexión recíproca y amorosa, como la de dos parejas que se aprecian mutuamente.
Un aspecto práctico del mes de Elul es la recitación de las Selijot, oraciones para pedir perdón. Estas oraciones están diseñadas para evocar la misericordia de Dios y recordarnos Su naturaleza compasiva, siempre dispuesta a acogernos.ˆEn el corazón de las oraciones Selichot están los Trece Atributos de la Misericordia, un conjunto de cualidades divinas reveladas a Moisés en el monte Sinaí tras el pecado del Becerro de Oro:
Estos atributos -compasión, gracia, paciencia, bondad y verdad- nos dicen quién es Dios. Revelan a un Dios que no es sólo un juez distante, sino un compañero amoroso, deseoso de perdonarnos y abrazarnos.
A lo largo del mes de Elul, repetimos estos atributos una y otra vez, permitiendo que se hundan en nuestra conciencia. Nos recuerdan el tipo de relación que tenemos con Dios: una relación arraigada en el amor y la misericordia. Al meditar sobre estas cualidades, empezamos a comprender que «Ani L’dodi V’dodi Li» no es sólo un verso poético, sino una descripción real de nuestro vínculo con Dios. Como en cualquier relación amorosa, conocer las cualidades de la persona a la que amamos nos ayuda a conectar más profundamente con ella.
De este modo, los Trece Atributos sirven de puente para conectarnos con Dios a lo largo de Elul. Al repetirlos, se nos recuerda Su naturaleza indulgente y compasiva. Si Dios, que todo lo sabe y es omnipotente, está siempre dispuesto a acogernos con amor, ¿cuánto más debemos esforzarnos por volver a Él con el corazón abierto? Es esta comprensión la que transforma nuestra relación con Dios de una relación de temor a una de amor e intimidad.
La idea de que «yo soy para mi amada, y mi amada es para mí» es algo más que un sentimiento romántico. Es una llamada a la acción. Elul nos invita a considerar nuestra relación con Dios no como un contrato, sino como una relación dinámica y en evolución. Dios no es sólo un juez o un gobernante, sino también un amado que desea nuestra presencia, nuestra conexión y nuestro retorno. Este cambio de una relación temerosa a otra amorosa y recíproca nos ayuda a comprender que el arrepentimiento no consiste en el mero cumplimiento, sino en profundizar nuestra conexión con la Divinidad.
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