Un libro que nunca envejece

marzo 16, 2023
Ramon Crater flowers (Shutterstock.com)

Saul Bellow obtuvo más honores y reconocimiento que ningún otro escritor de su época. Allá donde iba era venerado como un «hombre sabio», y sus premiados libros fueron leídos por incontables miles de personas. Cuando murió en 2005, se le consideraba uno de los grandes escritores de su generación.

Pero menos de veinte años después de su muerte, los libros de Bellow ya no hablan a la mayoría de la gente. Contemplando la dramática caída en popularidad de los libros de Bellow, el crítico James Atlas escribe: «¿Era posible que incluso la obra de Saul Bellow se desvaneciera de la memoria colectiva, que sus libros se pudrieran un día en la estantería… sus lomos arrugados, las páginas amarillas desmoronándose? ¿Para luego retroceder aún más en el tiempo… disponibles sólo en Abe Books? ¿Luego se convertirían en notas a pie de página en la disertación de algún estudiante de posgrado sobre la literatura estadounidense del siglo XX; y finalmente caerían en el olvido?»

Hoy aquí, mañana ya no; no hay garantía de que ni siquiera los mejores libros sigan siendo relevantes de generación en generación. Pero hay una excepción: la Biblia. Cada versículo de la Biblia está inspirado divinamente. ¡Cada versículo, palabra y letra es eternamente relevante!

Un poderoso ejemplo de esta verdad se encuentra hacia el final del Libro de los Jueces, en la oscura historia del ídolo de Miqueas.

La historia comienza con un robo intrafamiliar a la antigua usanza:

Vencido por la tentación, Miqueas robó 1.100 monedas de plata a su madre. Aunque al final devolvió el dinero, no lo hizo porque se sintiera culpable por haberse aprovechado de su madre, sino porque oyó que ésta pronunciaba una maldición contra la persona que le había robado la plata, y temía las consecuencias de esa maldición.

De los dos primeros versículos de esta historia se desprende que Miqueas es un hombre extraño, un hombre de contradicciones. Por un lado, robó a su propia madre, una flagrante violación de la palabra de Dios, pero, al mismo tiempo, ¡temía que Dios le fulminara porque su madre había pronunciado una maldición!

Los impulsos contradictorios de Micah siguen surgiendo a medida que se desarrolla la historia:

Miqueas y su madre podrían haber utilizado las 1.100 piezas de plata para muchos fines, pero eligieron admirablemente dedicárselas a Dios. Sólo había un problema: en vez de donar el dinero al Tabernáculo, la morada elegida por Dios, ¡lo utilizaron para crear un ídolo!

Parece que Miqueas creía en Dios, pero sentía que necesitaba una alternativa al Tabernáculo para poder adorar mejor a Dios según sus propias preferencias. Como afirma el versículo siguiente

La historia de Miqueas y su ídolo ocurrió hace más de tres mil años y, sin embargo, ¡es más relevante que nunca en nuestra época! Personalmente, no se me ocurre una historia que ilustre mejor uno de los grandes retos religiosos de nuestro tiempo. Vivimos en una época de autonomía radical, en la que la gente se cree con derecho a «elegir» de la Biblia y practicar sólo aquellas enseñanzas que le hablan personalmente. Como Miqueas, millones de personas de nuestra generación anhelan que su vida tenga sentido, pero lo quieren estrictamente en sus propios términos.

En 1985, el sociólogo estadounidense Robert Bellah escribió sobre Sheila Larson, una enfermera que «en realidad ha dado nombre a su religión (ella la llama su «fe»)». Dijo: «Creo en Dios. No soy una fanática religiosa. No recuerdo la última vez que fui a la iglesia. Mi fe me ha llevado muy lejos. Es Sheilaismo. Mi propia vocecita». Definió los principios del «Sheilaismo» como «Es simplemente intentar quererte a ti misma y ser amable contigo misma. Ya sabes, supongo, cuidar los unos de los otros. Creo que Él querría que cuidáramos los unos de los otros» (Hábitos del Corazón: Individualismo y Compromiso en la Vida Americana).

El Sheilaísmo, en el fondo, es «Micaísmo». Ambos, por supuesto, comparten el mismo defecto fatal. Como seres humanos, estamos aquí en este mundo para servir a Dios, y debemos hacerlo como Dios quiere que lo hagamos. De lo contrario, la religión se convertirá en un ejercicio egoísta que nos hará sentir bien con nosotros mismos, en lugar de un auténtico servicio a Dios.

La Biblia habla poderosamente a nuestra generación, ¡y a todas las generaciones!

Rabbi Elie Mischel

Rabbi Elie Mischel is the Director of Education at Israel365. Before making Aliyah in 2021, he served as the Rabbi of Congregation Suburban Torah in Livingston, NJ. He also worked for several years as a corporate attorney at Day Pitney, LLP. Rabbi Mischel received rabbinic ordination from Yeshiva University’s Rabbi Isaac Elchanan Theological Seminary. Rabbi Mischel also holds a J.D. from the Cardozo School of Law and an M.A. in Modern Jewish History from the Bernard Revel Graduate School of Jewish Studies. He is also the editor of HaMizrachi Magazine.

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