La crisis de Israel dista mucho de haber terminado. Mientras las FDI se preparan para una posible operación terrestre en Gaza tras la trágica pérdida de numerosas vidas -incluidos hombres, mujeres, niños y ancianos-, hay una amenaza añadida con Hezbolá indicando una posible implicación desde el Norte.
Por favor, seguid teniéndonos en vuestros pensamientos y en vuestras oraciones.
He aquí el Salmo de hoy para recitar por la seguridad de los soldados, civiles, rehenes y ciudadanos heridos de Israel.
Salmo 43
El Salmo 43 se abre con una súplica a Dios para que vengue las injusticias y los malos tratos que el salmista ha sufrido a manos de sus opresores, a los que califica de «pueblo infiel»(versículo 1). Este término también puede traducirse por «nación desprovista de bondad». Es difícil encontrar una descripción más apropiada del despiadado enemigo al que se enfrenta ahora Israel. Este enemigo ha mostrado una marcada ausencia de fe y una clara falta de bondad y compasión.
El salmista se enfrenta a una pregunta profunda: Si Dios ha estado a nuestro lado en el pasado, ¿por qué parece que ahora se aparta? Aunque a veces el abrazo protector de Dios es evidente, ahora parece que caminamos solos. Sin embargo, hay esperanza: «Por favor, Dios, ¡haz brillar Tu luz de guía sobre nosotros!». Según el comentarista medieval conocido como Rashi, la luz de Dios es una referencia al Mesías. Esta luz divina, unida a Su verdad inquebrantable, nos conducirá de nuevo a Su presencia y a la santidad del Templo. Al llegar a este terreno sagrado, el autor se compromete a celebrar vocalmente la gloria de Dios, complementada por armoniosas melodías de arpa.
El salmista cuestiona introspectivamente la desesperación interior, haciendo hincapié en la esperanza y la fe inquebrantables que debemos tener en Dios. El salmo culmina con un sentimiento edificante: Dios, nuestro protector inquebrantable, vendrá en nuestro rescate, guiándonos y manifestando Su poder ante quienes se nos opongan.