Cuando Samuel encarga al rey Saúl la tarea de imponer un castigo a los amalecitas por haber atacado a los Hijos de Israel en su camino desde Egipto, le dice a Saúl que aniquile a toda la nación: hombres, mujeres y niños. No debe perdonar a nadie e incluso debe matar a todos los animales amalecitas. Saúl triunfa en la batalla contra Amalec y destruye a toda la nación con una excepción. Perdona a su rey, Agag, y a lo mejor de sus ovejas y ganado.
Dios ve esto como una violación de su mandato y se enfada mucho con Saúl. A causa de su desobediencia, Dios decide que Saúl ya no es apto para ser rey y envía a Samuel para que le transmita el mensaje de que le va a quitar la realeza a su familia. Aunque Saúl acaba admitiendo su error y pide perdón, Samuel le dice que Dios ha dispuesto que el reinado se conceda a alguien más digno. Añade que «la Gloria de Israel no engaña ni cambia de opinión», y que no hay nada que Saúl pueda hacer en este momento para cambiar esa realidad.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, muchos jóvenes sionistas percibieron la crisis como una oportunidad mediante la cual se podía transformar el panorama político de Palestina para hacer avanzar el sueño de la autodeterminación judía en su patria. Sarah Aaronsohn, una de la primera generación de sionistas nativos, nació en 1890 en Zichron Yaakov. Con Aaronsohn al frente, un joven grupo de idealistas formó una organización clandestina a la que llamaron «NILI», acrónimo hebreo basado en la frase Netzach Yisrael Lo Yishaker (נצח ישראל לא ישקר), ‘La Gloria de Israel no engaña’.
El NILI realizaba espionaje contra las autoridades otomanas en nombre de los Aliados. Esperaban que, con su ayuda, los británicos llegarían al poder y recompensarían a los judíos con un Estado independiente en Palestina. Sin embargo, en 1917, los turcos descubrieron el espionaje de Sarah Aaronsohn y la detuvieron. A pesar de los interrogatorios y la tortura, se negó a revelar información alguna sobre los esfuerzos del NILI, quitándose la vida. Sacrificó su vida por el sueño milenario de promover la independencia del pueblo judío. Sarah Aaronsohn es recordada hasta el día de hoy como una heroína nacional de Israel.