Hay un chiste que describe un diálogo entre un pobre judío y Dios. «Dios, ¿qué es para ti un millón de dólares?», pregunta el judío. «No es ni un céntimo», responde Dios. «¿Y qué es para ti un millón de años?», pregunta el judío. «No es ni un segundo», responde Dios. «Entonces, ¿me das un céntimo?», pregunta el judío. «Claro», responde Dios. «En un segundo».
Claro que creo en Dios. Pero, ¿puedo confiar en él? ¿Aparecerá cuando lo necesite? Ni en un millón de años, pero ahora mismo.
En el Deuteronomio, Dios hace una promesa, levantando Su mano al cielo(Deuteronomio 32:40). Según el comentarista medieval conocido como Rashi, esto significa que Dios levantó Sus manos en juramento de que traerá la redención.
Pero la redención ha tardado mucho en llegar. ¿Podemos seguir creyendo en la promesa de Dios?
Hace poco estuve viendo a un mago y fue asombroso. Señaló su mano y dijo que aparecería un pájaro. Unos cuantos giros de la mano y apareció un pájaro. Claro que la aparición del pájaro fue asombrosa, pero lo que realmente me asombró fue que yo sabía que iba a ocurrir y aun así me sorprendió.
Así funciona la profecía. Si lees la Biblia, sabes lo que va a ocurrir. Pero cuando ocurre, es una sorpresa. Todo el mundo debería haber sabido que los judíos volverían a Israel como precursores del Mesías. El retorno de los judíos no debería haber sorprendido a nadie. Trabajar contra Israel, bueno, la Biblia es bastante explícita sobre cómo funciona eso. Meterse con la «niña de los ojos de Dios» no es una buena idea.
Pero, al igual que el mago, Dios nos dice lo que va a ocurrir y aún así nos sorprendemos. Y como un buen público, nuestro trabajo consiste en no apartar la mirada.
Para ser sincero, confío en Dios. Una y otra vez, las profecías se han hecho realidad. Pero ¡2.000 años es mucho tiempo para esperar!
El rabino Naftali Zvi Yehuda Berlin (Varsovia, siglo XIX) escribió que Dios hizo una promesa y nuestro trabajo consiste en creer que Dios cumplirá Su promesa. Aunque la redención no aparezca como esperamos o cuando esperábamos que llegara.
Los judíos de Egipto esperaban que Aarón los sacara de allí y los llevara a la Tierra Prometida. No tenían ni idea de quién era Moisés. Y cuando apareció, parecía un hombre mitad egipcio y mitad madianita. La redención llegó, aunque de un modo inesperado.
Mientras salía humo de los campos de exterminio nazis, ¿podría alguien haber predicho que Israel nacería tan sólo unos años más tarde? ¿Podría alguien haber imaginado una victoria sobre todo pronóstico en sólo seis días en 1967?
La idolatría es grabar a Dios en piedra, formarlo a imagen de lo que imaginamos que es. Pero Dios es siempre cambiante. Dios está en lo inesperado. Afirmar que la redención de Dios debe llegar de la manera que tú crees que debe suceder es una forma de idolatría.
No sabemos más que Dios. Dios prometió que llegaría la redención y tenemos que confiar en Él.
Dios hizo una promesa. Cumplirá esa promesa como Él considere oportuno. Nuestro trabajo consiste en aceptar la redención tal como es, y hacer todo lo posible para ayudar a que se haga realidad.
