El duelo es una experiencia humana universal que trasciende el tiempo, la cultura y la geografía. En momentos de pérdida, el simple acto de tender la mano para consolar a otro puede ser profundamente curativo. Esta conexión humana fundamental -el acto de que una persona extienda su compasión a otra en su hora más oscura- es un hilo conductor que atraviesa diversas culturas y religiones de todo el mundo.
En el judaísmo, este impulso universal se ha codificado en una práctica estructurada y una obligación religiosa conocida como «consolar a los dolientes». Esta tradición es un testimonio del poder duradero de la empatía humana y del papel vital de la comunidad en tiempos de crisis personal. Al examinar esta práctica, no sólo comprendemos las costumbres judías, sino también la necesidad humana más amplia de conexión y apoyo ante la pérdida.
La práctica de consolar a los dolientes está profundamente arraigada en la tradición judía, y se aprende de las propias acciones de Dios.
Los sabios entienden que este versículo significa que Dios consoló a Isaac en su dolor por la muerte de su padre, Abraham. Este acto estableció un precedente divino para el mandamiento de ofrecer consuelo a los dolientes.
Los sabios judíos llevan mucho tiempo destacando la importancia de este mandamiento. El Talmud considera que consolar a los dolientes es uno de los mayores mandamientos, pues emula las acciones de Dios. Rabbeinu Yonah, un rabino medieval, lo considera un acto fundamental de bondad, que refleja atributos divinos que se nos anima a emular.
Sin embargo, hay matices en cómo se clasifica este mandamiento. Mientras que algunos lo consideran un mandamiento bíblico, Maimónides (Rambam), en su código legal, lo clasifica como una obligación rabínica. Esta distinción pone de relieve la complejidad de la ley judía y sus interpretaciones.
Hoy vemos a personas que, afectadas por una profunda pérdida personal, transforman su dolor en un manantial de consuelo para los demás. Sus historias son testimonios vivos del poder perdurable de este mandamiento, que tiende un puente entre milenios de tradición y realidades contemporáneas.
Considera la historia del rabino Leo Dee. Después de que su mujer y sus dos hijas fueran brutalmente asesinadas en un atentado terrorista en 2023, el rabino Dee canalizó su inmenso dolor en una misión de consuelo. Desde entonces ha tendido la mano a otras familias afligidas, ofreciéndoles el consuelo único que sólo puede provenir de la experiencia compartida. Al hacerlo, el rabino Dee no sólo honra la memoria de su familia, sino que también encarna el eterno valor judío de convertir la tragedia personal en una fuente de curación para los demás.
Del mismo modo, el viaje de Miriam Peretz ilustra cómo la sabiduría antigua puede dar forma a la resiliencia moderna. Tras perder a dos hijos en el servicio militar, Miriam se convirtió en un símbolo de fortaleza en Israel. Desde entonces, ha dedicado su vida a consolar a las familias en duelo y a inspirar a los soldados, y sus esfuerzos han tenido tanto impacto que fue galardonada con el Premio Israel por su contribución al fortalecimiento del espíritu israelí. La historia de Miriam muestra cómo la práctica de consolar a los dolientes puede ir más allá de los actos individuales para influir y elevar a toda una nación.
En la tradición judía, consolar a los dolientes implica algo más que palabras; se trata de presencia y experiencia compartida. Algunas prácticas clave son
- Visitas de Shiva: Durante el periodo de luto de siete días, los miembros de la comunidad visitan la casa de los dolientes, ofreciéndoles apoyo en silencio o entablando una conversación sobre el fallecido.
- Evitar los saludos: Los visitantes suelen entrar en silencio, esperando a que el doliente inicie la conversación.
- Escuchar: Permitir que los dolientes expresen libremente su dolor suele ser más valioso que intentar ofrecer soluciones o explicaciones.
- Ayuda práctica: Proporcionar comidas, ayudar con las tareas domésticas o ayudar con los preparativos puede ofrecer un apoyo tangible.
- Apoyo continuado: El proceso de duelo judío se extiende más allá de la shivá, con diversas observancias a lo largo del primer año. El apoyo continuo de la comunidad es crucial durante este tiempo.
La mitzvá de consolar a los dolientes va más allá de los actos individuales de bondad. Representa una piedra angular de la vida comunitaria judía, que encarna valores de empatía, solidaridad y responsabilidad mutua. Esta práctica crea una red de apoyo que sostiene a las personas en sus momentos más oscuros y fortalece el tejido de la comunidad, tocando a personas de todas las clases sociales.
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