Pureza e Impureza, Vida y Muerte

Por: Sondra Oster Baras
abril 8, 2016
Childbirth triggers a state of impurity in the mother.

La porción de esta semana continúa el debate sobre la pureza ritual. En la porción de la semana pasada, las instrucciones relativas a la pureza giraban en torno a diversos animales que se consideran puros o impuros. Los animales impuros nunca pueden comerse ni utilizarse para sacrificios. En la porción de esta semana, sin embargo, las instrucciones giran en torno a situaciones en las que una persona se volverá impura por una circunstancia de lo más natural, situaciones que implican enfermedad, infección, problemas cutáneos, parto y menstruación. En estos casos, la persona no debe evitar la situación que creó la impureza, sino que debe reconocer el estado y tomar las medidas necesarias para volver a ser pura. Hasta que el individuo no esté puro, se le impide acercarse al Tabernáculo o al Templo y ofrecer sacrificios a Dios.

Sin embargo, el tipo más grave de impureza se crea al entrar en contacto con un cadáver. En realidad, esta impureza se trata en otras porciones, pero es importante mencionarla para comprender mejor los tipos de impureza mencionados en la porción de esta semana.

En Números 19, Dios instruye a los Hijos de Israel sobre cómo purificarse tras entrar en contacto con un cadáver. A diferencia de los demás tipos de impureza, sólo las cenizas de una novilla roja pueden devolver la pureza al individuo que ha entrado en contacto con un cadáver. Sin embargo, es evidente que los individuos corrientes no deben abstenerse de entrar en contacto con un cadáver. La única restricción de entrar en contacto con un cadáver se impone a los sacerdotes, los hijos de Aarón. En Levítico 21, Dios ordena específicamente a Aarón y a sus hijos que no entren en contacto con ningún cadáver, a excepción de sus parientes inmediatos. Y también se impide al sumo sacerdote entrar en contacto con los restos de sus parientes más cercanos. De esto aprendemos que la impureza asociada a la muerte es la mayor impureza de todas. En la tradición judía, se la denomina «la abuela de todas las impurezas».

Muchos comentarios, por tanto, han buscado similitudes entre la impureza resultante de la muerte y las demás impurezas mencionadas en los capítulos que estamos leyendo esta semana. ¿En qué medida se relacionan con la muerte las causas de impureza mencionadas en esta parte?

Tanto en la menstruación como en el parto hay un elemento de muerte, por extraño que pueda parecer. Cuando una mujer menstrúa, significa que no está embarazada, que el óvulo que llevaba en su cuerpo no fue fecundado, no se convirtió en un feto, que luego se convertiría en un niño, y por tanto se ha producido una «mini-muerte». Por supuesto, no se atribuye ninguna culpa a la mujer, y las mujeres, naturalmente, pasan muchos años de su vida menstruando y sin quedarse embarazadas. Pero es un pequeño recordatorio de que las mujeres tienen ese increíble potencial de crear vida y, cuando ese potencial no se realiza, guarda una pequeña relación con la muerte. De ahí la condición de impureza.

En el parto se produce un proceso similar. Aunque el parto es exactamente lo contrario de la muerte -una nueva vida entra en este universo, a diferencia de una vida que se va-, cuando el niño abandona el cuerpo de la mujer, ésta experimenta una separación de algo que era vida dentro de ella. Y, aunque la vida que nace es motivo de increíble felicidad, hay un pequeño elemento en esta situación que incluye una separación de la vida. Muchas mujeres que han dado a luz darán fe de esta dualidad de sentimientos: el «subidón» que no tiene parangón con ninguna otra experiencia de la vida cuando nace una nueva vida, unido a la ligera sensación de «bajón» por el fin del embarazo. Algunos lo atribuyen a la melancolía posparto y a los cambios hormonales, pero quizá también haya un elemento espiritual presente.

Vistas desde esta perspectiva, las normas de pureza e impureza contenidas en esta porción nos permiten profundizar en nuestra comprensión del poder abrumador de la vida y del valor supremo que la Biblia le atribuye. La vida procede de Dios. La vida es pura. Y aunque la muerte es natural y esperada, porque representa la negación de la vida, crea un estado de impureza que, temporalmente, nos aleja de Dios. Pues Dios es Vida.

Sondra Oster Baras

Sondra Oster Baras nació y creció en Cleveland, Ohio, en un hogar judío ortodoxo. Tras licenciarse en Barnard, se doctoró en Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia. Residente en Samaria desde hace mucho tiempo, en 1998 abrió la oficina en Israel de Amigos Cristianos de las Comunidades Israelíes.

Tomado de Shabbat Shalom de Sondra Oster Baras.

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