La oración de acción de gracias de Ana, registrada en I Samuel 2, se considera una oración modelo. En su época, aún no existía una liturgia establecida, ni había todavía ningún concepto de oración organizada entre los israelitas. La oración de Ana fue una expresión espontánea de su profundo espíritu tras ser bendecida finalmente con el hijo que había anhelado desesperadamente durante tantos años.
Más de 3.000 años después, nacería otra heroína judía con el mismo nombre de pila: Hannah Senesh. Nacida en Hungría en 1921, cumplió su sueño sionista y emigró a la Tierra de Israel en 1939, que entonces era el Mandato Británico de Palestina. Senesh fue una valiente heroína que se ofreció voluntaria para abandonar su amada Palestina en 1944 a fin de luchar con los partisanos contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se ofreció osadamente para saltar en paracaídas en la Europa ocupada por los nazis para ayudar al ejército británico y a la comunidad judía húngara. Trágicamente, fue capturada, torturada y ejecutada.
A lo largo de su vida, Senesh compuso hermosas poesías; la más destacada por la que se la recuerda es Eli (אלי) – «Dios mío», que escribió a orillas de Cesarea. Al igual que su tocaya bíblica Ana, la expresión más profunda del alma de Senesh es su oración: «Dios mío, Dios mío, que estas cosas no se acaben nunca, la arena y el mar, el susurro de las aguas, el relámpago de los cielos, la oración del Hombre».
Otro de los poemas de Senesh ilumina un versículo diferente de la Biblia. En Génesis 26:4, Dios promete a Abraham que hará que su descendencia sea tan numerosa como las estrellas del cielo. ¿Por qué se compara a los hijos de Abraham con las estrellas? En uno de sus hermosos poemas, Senesh escribió: «Hay estrellas cuyo resplandor es visible en la tierra aunque hace tiempo que se extinguieron. Hay personas cuyo resplandor sigue iluminando el mundo aunque ya no estén entre los vivos. Estas luces brillan especialmente cuando la noche es oscura. Iluminan el camino de la humanidad». Como las estrellas del poema de Senesh, el papel del judío en este mundo es iluminar el camino de la humanidad, a pesar de la oscuridad que hemos encontrado a lo largo de nuestra historia.