¿Por qué bendecimos a nuestros hijos para que sean como Efraín y Manasés?

diciembre 12, 2021
Jacob blessing Ephraim and Manasseh

La porción de la Torá de Vaieji (Génesis 47:28-50:26) relata el final de la vida de Jacob. Vive los últimos 17 años de su vida en Egipto. Cuando está a punto de abandonar el mundo, Iosef lleva a sus dos hijos, Efraím y Manasés, ante su padre para que los bendiga. Como parte de la bendición, Jacob dice que todas las generaciones futuras bendecirán a sus hijos para que sean como Manasés y Efraín(Génesis 48:20):

Esto se representa cada noche de Shabat, cuando los padres bendicen a sus hijos. Los padres refrendan la bendición de sus hijos invocando el versículo: «Que Hashem os haga como Efraín y Menashé»(Génesis 48:20). Esto contrasta con la bendición de las hijas, que invoca a las matriarcas, Sara, Rebeca, Raquel y Lea. Parece más adecuado invocar a las patriarcas también para los hijos, ¿por qué los bendecimos para que sean como Efraín y Manasés?

Al bendecir a nuestros hijos para que sean como Efraín y Manasés, les estamos bendiciendo con una vida desprovista de luchas. Todos los patriarcas lucharon para desarrollarse espiritualmente. Abraham tuvo que emigrar a una tierra extranjera y pasó por diez grandes pruebas. Isaac tuvo que tenderse sobre un altar y prepararse para ser sacrificado. Jacob luchó con su gemelo en el vientre materno, una lucha que se prolongó durante muchas décadas. Una nueva némesis, Labán, le engañó varias veces, lo que le costó años de duro trabajo. Sus problemas continuaron mientras lloraba a José.

No es hasta Efraín y Manasés cuando vemos vidas de servicio a Dios que no van acompañadas de tribulaciones. Sin embargo, su desarrollo espiritual los sitúa al mismo nivel que los hijos de Jacob, estableciéndolos como tribus por derecho propio.

El rabino Ovadia Hadiah, nacido en 1890 en Alepo (Siria), ofreció una explicación diferente. El rabino Hadiah señaló que los hijos de José se criaron en Egipto, en un hogar visitado por funcionarios egipcios, recibiendo una educación egipcia carente de moralidad. La sociedad egipcia se basaba en la idolatría y la injusticia. No obstante, se aferraron a su identidad religiosa. Se resistieron a las influencias externas y se mantuvieron fieles a las enseñanzas de su padre. Efraín y Manasés eran fuertes, confiados y seguros de quiénes eran y de su misión en la vida. Esta bendición adquirió gran importancia cuando los Hijos de Israel sufrieron su exilio de 400 años en Egipto, y sirvió de faro durante el exilio de 2.000 años que siguió a la destrucción del Templo de Jerusalén.

Efraín y Manasés son también los primeros hermanos de la Torá que no están enfrentados entre sí. Empezando por los primeros hermanos, Caín y Abel, la Torá está repleta de rivalidad entre hermanos. Cuando Jacob fue bendecido antes que su hermano mayor, Esaú le persiguió y le amenazó. Sin embargo, cuando Jacob cambió la bendición, poniendo al menor, Efraín, delante del mayor, Manasés, no se produjo ningún conflicto. Manasés no buscó venganza ni Efraín se enseñoreó de su hermano mayor. El amor fraternal triunfó.

Como canta el rey David(Salmos 133:1):

Como puede atestiguar cualquier padre, la mayor bendición son unos hijos que se aman y se ayudan mutuamente a servir a Dios. Al fin y al cabo, la nación de Israel es una gran familia.

La bendición de los niños, elemento inestimable del Sabbat, se realiza antes de la cena del viernes. La bendición se realiza de forma similar a como los Kohanim (sacerdotes) bendicen a Israel. El padre coloca sus manos sobre la cabeza de cada niño, bendiciéndolos individualmente, normalmente empezando por el mayor y terminando por el más pequeño.

Un padre bendiciendo a su hija (Shutterstock.com)
Un padre bendiciendo a su hija (Shutterstock.com)

Para los hijos, la línea introductoria es:

Que Dios os haga como a Efraín y Manasés.

יְשִׂמְךָ אֱלֹהיִם כְּאֶפְרַיְם וְכִמְנַשֶּׁה

y’-si-m’-KHA e-lo-HEEM k’-ef-RA-yim v’-khim-na-SHEH

Para las chicas, la línea introductoria es:

Que Dios os haga Sara, Rebeca, Raquel y Lía.

יְשִׂמֵךְ אֱלֹהיִם כְּשָׂרָה רִבְקָה רָחֵל וְלֵאָה

y’-si-MAYKH e-lo-HEEM k’-sa-RAH riv-KAH ra-KHAYL v’-lay-AH

Tanto para los niños como para las niñas, el resto de la bendición es:

NOTA: La bendición suele ir seguida de un beso y un abrazo.

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