Pitidos explosivos y cultivos explosivos

septiembre 26, 2024
Kiwis growing in the land of Israel

Recientemente, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) hicieron gala de un extraordinario despliegue de precisión y brillantez divina. Durante una audaz operación en el Líbano, el mundo fue testigo de la asombrosa eficacia de su estrategia, marcada por la espectacular explosión de localizadores, pertenecientes a la organización terrorista Hezbolá. Fue una hazaña sobrecogedora que no sólo interrumpió las comunicaciones del enemigo, redujo al mínimo las bajas civiles (pues sólo los operativos terroristas tenían esos localizadores), sino que también señaló un profundo compromiso de salvaguardar la tierra de Israel.

Sin embargo, mientras se desarrollaban estas acciones decisivas, y en medio del caos de la guerra, estaba teniendo lugar otro tipo de milagro al otro lado de la frontera, en el kibutz Ortal, en el norte de los Altos del Golán. Allí, en una escena de tranquila resistencia, los agricultores estaban plantando una nueva cosecha de kiwi, símbolo de un profundo acto de fe y renovación. Esta doble narración -la extraordinaria operación de las FDI y el cultivo de la tierra- se entrelaza para revelar una verdad más profunda: estamos reclamando lo que es legítimamente nuestro.

El Pacto de la Tierra en el Deuteronomio

Este tema de la propiedad y la administración divinas está intrincadamente entretejido en la narración del Libro del Deuteronomio. Las leyes agrícolas reveladas en el texto sirven como testamento de nuestro compromiso con la tierra y nuestro papel como cuidadores de ella. Curiosamente, estas normas son tan importantes para los israelitas, que se dan al pueblo judío, incluso antes de que tome posesión de la tierra. Así pues, los mandamientos del Deuteronomio nos orientan no sólo sobre cómo cultivar la tierra, sino sobre cómo enfocar nuestra relación con la tierra misma, subrayando la noción de que la tierra es un don de Dios, que se nos confía para que la cuidemos y protejamos.

Dos poderosos ejemplos ponen de relieve esta conexión:

El Año Sabático


En este pasaje, Dios ordena a los israelitas que observen un año sabático cada siete años, durante el cual cesa toda actividad agrícola. Se perdonan las deudas y la tierra queda en barbecho. Esta práctica refuerza la idea de que la tierra pertenece a Dios, y nosotros sólo somos sus administradores. Al permitir que la tierra descanse, reconocemos su naturaleza divina y demostramos fe en la provisión de Dios. El año sabático es una profunda declaración de que nuestra relación con la tierra trasciende la mera propiedad; es una asociación sagrada basada en la confianza y la reverencia. Este acto de dejar que la tierra rejuvenezca significa nuestra comprensión de que la verdadera prosperidad no proviene únicamente del trabajo, sino de honrar los ritmos establecidos por nuestro Creador.

El mandato de plantar y cosechar:

Aquí, el texto ordena a los agricultores que dejen los espigados de su cosecha para los pobres y los extranjeros. Este acto de generosidad no sólo garantiza que todos tengan acceso al sustento, sino que también refuerza nuestra responsabilidad de cuidar de los necesitados. Al compartir los frutos de nuestro trabajo, afirmamos nuestra conexión con la tierra y entre nosotros, demostrando que el acto de cultivar tiene que ver tanto con la comunidad como con la prosperidad individual. Dejar porciones de nuestra cosecha significa una comprensión más profunda de la abundancia: que nuestras bendiciones están destinadas a ser compartidas y que cuidarnos unos a otros es una expectativa divina.

La conservación de nuestra tierra no es un mero esfuerzo físico; es un mandato espiritual arraigado en nuestro pacto con Dios. Al plantar nuestras cosechas de kiwi y cuidar los campos, participamos en una narrativa divina que reclama lo que es legítimamente nuestro: nuestro patrimonio, nuestra identidad y nuestro futuro.

Bajo esta luz, las operaciones de las IDF se convierten en algo más que una mera estrategia militar; forman parte de una misión sagrada para garantizar que la tierra siga siendo un lugar donde puedan ocurrir milagros. Con cada acto de valor en el campo de batalla y cada semilla sembrada en la tierra, afirmamos nuestra identidad como pueblo arraigado en la fe, el patrimonio y una conexión inquebrantable con nuestra patria. En última instancia, no somos sólo defensores de la tierra; somos sus cuidadores, comprometidos a nutrirla para las generaciones venideras.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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