La octava plaga trajo a Egipto un enjambre de langostas sin precedentes, un enjambre que devoró cada brizna de grano y follaje que quedaba después del granizo. La plaga fue tan devastadora que el faraón cedió, arrepintiéndose abiertamente y rogando que Moisés y Aarón hicieran una petición a Dios en su nombre. Pero después de que un fuerte viento del este arrojara las langostas al Mar Rojo, Dios fortaleció el corazón del faraón y éste renegó.
Dios prometió que nunca se volvería a ver una plaga de langostas de la magnitud de la que azotó Egipto
Pero si hay una plaga que está reapareciendo es la de la langosta. África se ha visto afectada por un enjambre de varios años que tiene al continente al borde de la hambruna. Las nubes suelen tener un tamaño de decenas de kilómetros cuadrados. Un enjambre de sólo un kilómetro cuadrado come en un día la misma cantidad de alimentos que 35.000 personas. Los enjambres también pueden recorrer 93 millas al día, lo que dificulta aún más los esfuerzos para controlar un brote. Las autoridades advirtieron de que nuevas lluvias en la región podrían provocar un brote aún mayor.

Según la tradición judía, las diez plagas reaparecerán ante el Mesías, como profetizó Miqueas:
Las fuentes judías predicen que todas las plagas reaparecerán en la redención final, pero en formas aún más poderosas. Está escrito en el Midrash Tanjuma, enseñanzas homiléticas recogidas hacia el siglo V, que «igual que Dios golpeó a los egipcios con 10 plagas, así también golpeará a los enemigos del pueblo judío en el momento de la Redención».
Este concepto fue explicado por el rabino Bahya ben Asher, un comentarista español del siglo XIII, que escribió: «En Egipto, Dios utilizó sólo una parte de Su fuerza. Cuando llegue la redención final, Dios mostrará mucho, mucho más de Su poder.
Aunque normalmente comer insectos es una opción dietética claramente antikosher, las langostas constituyen una notable excepción:
Para los judíos religiosos, los saltamontes representan una proteína flexible, ya que están clasificados como pareve, ni carne ni lácteos. Como tal, pueden comerse con lácteos o con carne.
Una empresa emergente israelí llamada Hargol está utilizando la agricultura de alta tecnología para crear esta «proteína bíblica» de una forma que podría resolver el hambre en el mundo, para regocijo tanto de los ecologistas como de los eruditos bíblicos. Los saltamontes son ya el insecto más consumido por los humanos, con 2.500 millones en Asia, África y América Central. En algunos países, los saltamontes se consideran un manjar y se venden a precios exorbitantes debido a las cortas temporadas durante las cuales se puede recolectar el insecto en estado salvaje. Pero Hargol es la primera empresa que ha conseguido criar este insecto.