Creo que tengo la suerte de haber crecido antes de que Internet se apoderara del mundo. Odiaría que algún programa de redes sociales me recordara las ideas tontas que tenía de joven cada vez que me conecto. Pero en el Salmo 16, el propio David reflexiona sobre una idea equivocada que tuvo en su juventud.
El salmo comienza con una palabra poco habitual:
El significado de la palabra michtam no está claro. El comentarista bíblico medieval Rabí David Kimhi, también conocido por el acrónimo hebreo RaDaK, sugirió que se trata de un ejemplo de frase introductoria que es una instrucción para el elemento musical del salmo.
Pero el rabino Samson Raphael Hirsch, teólogo alemán del siglo XIX, entendió que michtam (מכתם) procede de la palabra ketem (כתם), que significa «una mancha». En el primer versículo, David estaba subrayando que éste era un salmo para siempre, una idea que debía permanecer en su memoria para siempre. Es un principio eterno al que David se adherirá durante el resto de su vida.
¿Cuál era la idea que David quería fijar como recordatorio eterno?
Según el rabino Hirsch, en algún momento de la vida de David tuvo la errónea creencia de que a Dios no le importaban los detalles de su vida. Es una suposición razonable. Dios no se ve y parece estar alejado de este mundo. Sin fe, es posible creer que Dios no está implicado en lo mundano y que todo en nuestras vidas es el resultado de nuestras propias acciones.
Más tarde, David reconoció que se trataba de una creencia errónea, quizá una «mancha» en su fe. De hecho, Dios forma parte de todo en nuestra vida. Con esta nueva comprensión de que Dios forma parte de cada parte de él y de su vida, el corazón de David se alegra y su cuerpo descansa seguro (versículo 9). Sabe que Dios nunca le abandonará y que le enseñará el camino de la vida.
En este salmo, David canta alabanzas por lo que reconoce como su suerte elegida de servir a Dios. Al mismo tiempo, reconoce que ya no es libre de seguir su propia voluntad. Más bien, David debe cumplir la voluntad de Dios. David sabe que ha elegido el camino más difícil, pero tiene la seguridad de que Dios le acompañará en él para siempre.
La otra cara de la memoria es la esperanza. A pesar del pasado, la esperanza arde en el corazón por un futuro mejor. Siempre hay esperanza de arrepentimiento.
Esta esperanza sólo es posible si creo que hay un Dios implicado en mi vida que aceptará mi arrepentimiento. La creencia me permite tener la esperanza de que Dios arreglará el pasado y convertirá la mancha de mi memoria en un futuro más brillante. Y la creencia me permite comprender que Dios está a mi lado, guiándome en cada paso del camino. Él me aconseja y está conmigo incluso en los momentos oscuros.
Este salmo se recita en los funerales, cuando sólo quedan la esperanza, la fe y los recuerdos. Es un consuelo saber que Dios nunca abandonará a Sus fieles, incluso después de que la vida termine, incluso en tiempos oscuros.