¡Estrellas bíblicas! Son como nosotros

noviembre 9, 2024
The Milky Way over the Negev desert (Shutterstock.com)

La Biblia está llena de historias de nuestros antepasados espirituales -figuras como Abraham, Sara, Jacob y Moisés- que se presentan como modelos de fe y rectitud. Pero lo que hace que estas figuras sean tan convincentes no son sólo sus virtudes; es su humanidad. Ya sabes lo que dice el refrán: «¡Las estrellas, son como nosotros!». El texto bíblico no endulza sus vidas ni oculta sus defectos. En cambio, presenta a estas celebridades ancestrales con una honestidad refrescante, invitándonos a aprender no sólo de sus puntos fuertes, sino también de sus errores. La porción de la Biblia de esta semana que se lee en Shabat ofrece un fascinante ejemplo de ello en las historias de Abraham y Sara.

Inspirados por las enseñanzas del rabino Jonathan Sacks, antiguo rabino jefe de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Commonwealth, encontramos una comprensión más profunda de estas figuras bíblicas a través de una lente crítica. El rabino Sacks, pensador judío moderno famoso por sus profundas reflexiones sobre la Biblia, nos anima a considerar no sólo los momentos de grandeza, sino también los momentos de duda y los pasos en falso.

Por ejemplo, Najmánides, un filósofo judío del siglo XIII, cuestiona la decisión de Abraham de abandonar Canaán por Egipto durante una hambruna:

Argumenta que Abraham, a quien Dios había ordenado específicamente que se estableciera en Canaán, debería haber permanecido allí, confiando en la providencia de Dios, en lugar de buscar refugio en otro lugar. Al ir a Egipto, Abraham no sólo demostró falta de confianza, sino que también expuso a Sara al peligro, lo que hizo que fuera llevada al harén del faraón. Najmánides considera que se trata de un grave error, que presagia el posterior exilio de los descendientes de Abraham en Egipto.

Najmánides también se muestra crítico con el comportamiento de Sara hacia su sierva Agar. Cuando Agar se queda embarazada del hijo de Abraham, Sara, sintiéndose amenazada y celosa, la maltrata:

Najmánides no rehúye calificar este hecho de falta moral por parte de Sara y sugiere que Abraham también es responsable de permitirlo. Incluso traza una línea desde este maltrato hasta futuros conflictos entre sus descendientes, ilustrando su creencia de que las elecciones del pasado tienen profundas implicaciones para el futuro.

Esta interpretación plantea preguntas desafiantes: ¿Es justo que el sufrimiento de las generaciones futuras esté ligado a los errores de sus antepasados? La Torá sugiere que Dios «castiga a los hijos y a sus hijos por el pecado de los padres hasta la tercera y cuarta generación»(Éxodo 34:7), pero sólo cuando los hijos continúan en los pecados de sus padres. Otros textos bíblicos, como los de Jeremías y Ezequiel, argumentan en contra de esta idea, insistiendo en que cada generación es responsable de sus propios actos.

El enfoque de Najmánides destaca por su voluntad de reconocer las imperfecciones de estas figuras veneradas. No rehúye señalar sus defectos, sino que los utiliza como oportunidades para la reflexión moral y el crecimiento. Al hacerlo, ofrece una visión más matizada de estos personajes, que destaca su humanidad y las lecciones que podemos aprender de sus luchas y errores.

Hay aquí una profunda lección para todos nosotros, especialmente en la forma en que vemos a nuestros propios antepasados e incluso a nuestros padres. Ninguno de ellos era perfecto. Cometieron errores, a veces graves. Aun así, podemos aprender de ellos. Del mismo modo que no descartamos a Abraham y Sara por sus defectos, no deberíamos descartar las lecciones y los valores transmitidos por quienes nos precedieron, aunque no siempre fueran perfectos. Ésta no es sólo una lección sobre nuestros antepasados espirituales, sino sobre todas las relaciones humanas.

La descripción que hace la Biblia de la complejidad humana nos recuerda que la vida moral consiste en crecer y aprender, no en alcanzar la perfección. Como se dice en el Eclesiastés:

Dios no nos exige la perfección; nos pide que nos esforcemos por alcanzar la rectitud, que aprendamos de nuestros errores y que seamos humildes en nuestros juicios. Ésta es la esencia de una vida moral madura: reconocer nuestros propios defectos, ser generosos con los demás y comprender que el camino hacia la rectitud es un viaje de crecimiento continuo.

En última instancia, la Biblia nos enseña que incluso los más grandes de nuestros antepasados eran humanos. Eran capaces tanto de grandes actos de fe como de lamentables errores. Al reconocer esto, se nos invita a abordar nuestras propias vidas con el mismo equilibrio de idealismo y realismo, esforzándonos por el bien, pero comprendiendo que nosotros también vacilaremos en el camino.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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