La pérdida de 1.400 vidas inocentes y el secuestro de al menos otras 239 por terroristas de Hamás el 7 de octubre ha dejado una profunda huella en nuestra conciencia colectiva. Es, de hecho, uno de los días más oscuros para el pueblo judío desde el Holocausto. Nuestros corazones están apesadumbrados y el dolor es profundo.
En estos momentos de abrumadora tristeza y confusión, a menudo recurrimos a las escrituras antiguas para encontrar fuerza y dirección. Para muchos, el Libro de Zacarías, en particular el Capítulo 9, ofrece no sólo consuelo, sino quizá una visión inquietantemente profética de nuestra situación contemporánea.
El capítulo contiene una profecía contra varias tierras, entre ellas Hadrak, Damasco, Hamat, Tiro, Sidón y, lo que es crucial para nuestro contexto, Gaza. Zacarías profetiza sobre la caída final de estos territorios. Estos versículos ofrecen un rayo de esperanza. Prevén el fin de la tiranía, una promesa de liberación para los injustamente encarcelados y una garantía de vigilancia e intervención divinas. ¿Podría ser que Zacarías estuviera pronosticando el escenario que se está desarrollando en nuestros días?
Para la comunidad judía, y de hecho para el mundo entero, hay una serie de versículos en este capítulo que resuenan profundamente tras el incidente del 7 de octubre. Por ejemplo, «El reino desaparecerá de Gaza»(versículo 5). Israel ha dicho muchas veces que el objetivo de esta guerra es destruir a Hamás de una vez por todas. Esperamos que esta «realeza» desaparezca de Gaza para siempre. Otro versículo que tiene un profundo significado es el 11: «Liberaré a tus prisioneros del pozo sin agua». Rezamos todos los días para que los rehenes regresen sanos y salvos. Por último, Zacarías profetiza que «ningún opresor volverá a invadirlos»(versículo 8). Esperamos que ésta sea la última vez que se oprima a nuestro pueblo, que nunca más se piense que la sangre judía es barata y que por fin podamos vivir en paz con nuestros vecinos.
La posibilidad de que Zacarías se refiriera a nuestra época ofrece algo más que un atisbo de esperanza: presenta una profunda seguridad de que nos aguarda un futuro más brillante. Si la profecía se refiere, de hecho, a nuestra situación actual, entonces la caída del régimen opresor de Gaza y el retorno de los secuestrados no son sólo resultados esperados, sino acontecimientos divinamente ordenados a la espera de desarrollarse. E incluso si la crisis actual no es la descrita en estas palabras del profeta, estos versículos sirven de poderoso recordatorio de que a la oscuridad, por intensa que sea, siempre le sigue el amanecer. Incluso en los momentos más difíciles, cuando la esperanza parece perdida, existe un plan divino global que garantiza que la justicia, la redención y la restauración acabarán llegando.
Mientras el mundo se enfrenta a las secuelas de la tragedia del 7 de octubre, la profecía de Zacarías ofrece una profunda mezcla de consuelo y anticipación. Se considere o no una predicción de inspiración divina para nuestro tiempo, el mensaje es claro: la esperanza perdura, la justicia prevalecerá y nos aguarda un amanecer más brillante. Para los hijos de Israel y toda la humanidad, que éste sea un periodo de reflexión, curación y ferviente creencia en la promesa de un mañana mejor.
Que Dios vele por Israel, que proteja a los soldados de las FDI en su lucha contra el mal y les conceda el éxito y la victoria, y que traiga pronto a casa a los rehenes.
