El Salmo 29 (La Biblia de Israel, pp. 1503-1504) es especial en un sentido profundo. Aunque sólo tiene 11 versículos, contiene el nombre de Dios 18 veces. El 18 es un número auspicioso en el judaísmo. La gematría (valor numérico) de 18 es igual a chai (חי), que significa vida. Tres veces al día los judíos rezan el shemona esrei, las 18 bendiciones. Éstas son las veces que estamos ante Dios y sentimos Su increíble cercanía.
Esta cercanía se siente también en el Sabbat, el día más sagrado de la semana. Y este Salmo, que contiene el nombre de Dios 18 veces, fue elegido para ocupar un lugar destacado en las oraciones del viernes por la noche que dan comienzo al sagrado Sabbat.
De hecho, ¡en el propio salmo hay una alusión a la conexión entre este salmo y el sábado!
David utiliza la palabra kol (קול, voz) siete veces en este salmo, lo que alude al sábado, el séptimo día de la semana. El siete representa la culminación en la naturaleza, ya que la Creación se realizó en siete días.
Sin embargo, los lectores críticos de la Biblia señalarán que la creación se llevó a cabo en seis días y que, en realidad, Dios no fue creativo el séptimo día. Por lo tanto, dijo el rabino Abraham Isaac Kook, el primer Gran Rabino asquenazí de Israel, toda la noción del sábado -el día en que Dios dejó de ser creativo y nosotros, a su vez, dejamos de ser productivos- ¡suena como un gran despilfarro!
Pero cuando miras más profundamente, queda claro que la verdad es lo contrario. El sábado, día de descanso, es el día MÁS importante de la semana y de la creación, pues aclara el propósito ¡de todo nuestro trabajo! La plenitud de la creación llegó el séptimo día, cuando Dios, el maestro, se sentó y contempló lo que había hecho.
En realidad, David está dando una lección muy profunda sobre el Sabbat. Shabbat significa literalmente «cesar». La mayor alabanza a Dios como creador se produce el día en que Su creación fue completa, cuando dejó de crear y cuando nos está prohibido ser creativos en Su mundo.
El cese es un punto y aparte, el signo de exclamación al final de la frase. Es el momento tras el crescendo, cuando la orquesta ha dejado de tocar y el público permanece sentado en un silencio atónito. No hay que añadir nada más ni quitar nada a Su Creación completa.
Durante la semana servimos a Dios mediante la acción, cumpliendo Sus mandamientos. Pero en Shabbat, servimos a Dios no haciendo. El Shabbat es el día para admirar Su creación tal como es, tal como Él quiso que fuera. Él es el principio y Él es el fin.
Por eso el Salmo 29 es el salmo central de las oraciones de bienvenida al sábado, pues nos recuerda lo que realmente importa: