La primera vez que se menciona el olivo en la Biblia es cuando Noé comprobó si las aguas del diluvio habían retrocedido. Después de que dejara de llover, Noé esperó hasta que se hicieron visibles las cimas de las montañas, y entonces envió una paloma desde el arca para comprobar si las aguas se habían calmado lo suficiente como para salir del arca y empezar de nuevo la vida en la tierra. En su segundo vuelo, la paloma regresó con una rama de olivo en la boca y Noé supo que las aguas habían retrocedido lo suficiente como para que la vida en la tierra volviera a empezar (Génesis 8:11-21). De ahí que la imagen de una paloma agarrando una rama de olivo se haya convertido en un símbolo de paz.
El aceite de oliva se anuncia en la Biblia como uno de los grandes productos agrícolas de la Tierra de Israel (Deuteronomio 8:8), y existe un mandamiento especial para utilizar aceite hecho de aceitunas, con ingredientes adicionales como mirra y canela (Éxodo 30:22-25), para ungir a reyes, sacerdotes y los vasos sagrados del Tabernáculo y el Templo. También se utilizaba aceite de oliva puro para encender la lámpara de oro del Tabernáculo.
Una lección que podemos extraer de la aceituna es que, al igual que una aceituna sólo produce aceite cuando se la prensa, así también, como seres humanos, cuando se nos prensa entre las piedras de molino de la vida emerge nuestro mejor yo. Del mismo modo, el pueblo judío se refina cuando se enfrenta a dificultades, pues las penurias permiten volverse más sensible a los demás y establecer una conexión más estrecha con Dios.
En el libro de Nehemías se encuentra un mensaje adicional sobre el olivo. Cuando la gente de la época de Nehemías, el comienzo del período del Segundo Templo, construyó sus sucot, o cabañas utilizadas para observar la Fiesta de las Cabañas, buscó específicamente ramas de olivo, aunque podía utilizarse cualquier especie de árbol. ¿Por qué? Como ya hemos dicho, el olivo desempeña un papel importante en la historia del diluvio de Noé, la lámpara del Templo se enciende a diario exclusivamente con aceite de oliva, y el aceite de un olivo también se utiliza ceremoniosamente para ungir a un nuevo rey. Lo que todas estas cosas tienen en común es el tema de la renovación. Tras el diluvio, el mundo tuvo un nuevo comienzo. Cada vez que se enciende la lámpara del Templo, se enciende de nuevo, sin depender de encendidos anteriores, y la coronación de un nuevo monarca también inicia una nueva era para el reino. Sin duda, este simbolismo no pasó desapercibido para el pueblo de la época de Nehemías, que renovaba sus tradiciones en la tierra de sus antepasados dada por Dios, y por ello se aseguró de utilizar ramas de olivo.