Ein Habesor, que significa «el Arroyo de Besor», es una comunidad del sur de Israel que demostró una valentía y un heroísmo notables el 7 de octubre. Enfrentados a una situación desesperada, los hombres de esta comunidad defendieron valientemente su pueblo de la destrucción, salvando a sus familias de las garras de los terroristas infiltrados de Hamás. Por desgracia, muchas de sus comunidades vecinas no fueron tan afortunadas y sufrieron un destino diferente.
Los sucesos del 7 de octubre reflejan asombrosamente una historia bíblica que se desarrolló en torno a Wadi Besor, un río del sur de Israel que desemboca en la Franja de Gaza. Esta narración, que se encuentra en I Samuel 30, relata una batalla entre David y los amalecitas. Tanto el relato antiguo como el conflicto moderno convergen en este hito geográfico, ofreciendo un faro de esperanza en el conflicto contemporáneo entre Israel y Hamás.
En el relato bíblico, David y sus hombres, al regresar de la batalla, descubren su campamento de Siclag en ruinas. Los amalecitas habían quemado la ciudad y se habían llevado cautivos a sus mujeres e hijos. La angustia de este descubrimiento es palpable, pues David y sus hombres lloran desesperados. Esta escena evoca inquietantemente los estragos causados por Hamás el 7 de octubre, cuando se destruyeron comunidades, se quemaron casas y muchos, incluidos mujeres y niños, fueron tomados como rehenes. Sin embargo, la crueldad de Hamás, que incluye violaciones, torturas y asesinatos, supera las ya brutales acciones de los amalecitas, que, según I Samuel 30:2, «no mataban» a nadie.
En su desesperación, David se dirige a Dios en busca de orientación, preguntándole si debe perseguir a los amalecitas o no. La respuesta afirmativa que recibe reaviva su determinación de buscar la justicia y recuperar lo perdido.
En Wadi Besor se produce un momento crucial en el viaje de David. Aquí, David deja atrás a 200 hombres exhaustos, demostrando su comprensión de las limitaciones humanas y la importancia de la compasión incluso en las crisis. Tras cruzar el río, el encuentro de David con un siervo egipcio abandonado pone aún más de relieve su compasión. A diferencia de los amalecitas, que dejaron morir al sirviente porque había caído enfermo, David y sus hombres le prestan cuidados, acto que les conduce al campamento amalecita y, en última instancia, a la victoria. Esta victoria no es sólo un triunfo militar, sino también moral.
El regreso a Wadi Besor conlleva otro desafío moral. Los 400 hombres que lucharon con David se negaron inicialmente a compartir el botín de guerra con los 200 que se habían quedado. David, sin embargo, insiste en el reparto equitativo, estableciendo una norma en Israel según la cual el botín debe repartirse por igual entre todos, incluidos los que «se quedan con el bagaje»(I Samuel 30:24). Esta decisión no sólo contrasta el carácter de David con el de los amalecitas, sino que también refuerza los temas de la justicia y la unidad.
En la Biblia, se describe a los amalecitas como la encarnación del mal no provocado, que ataca a los indefensos e inocentes. En el Deuteronomio, la Biblia nos dice que «derribaron a todos los rezagados en vuestra retaguardia»(Deuteronomio 25:18). Y en I Samuel 30 atacaron a las mujeres y los niños cuando sabían que los hombres estaban en la guerra. En la época contemporánea, Hamás es su heredero ideológico, atacando sin provocación y asesinando brutalmente a hombres, mujeres y niños inocentes. Al igual que Amalec tomó cautivos a mujeres y niños, Hamás ha tomado como rehenes a mujeres, niños y ancianos. En cambio, las acciones de David hacia el egipcio y hacia sus propios hombres ponen de relieve un enfoque moral y ético del liderazgo y el conflicto.
Los paralelismos entre el relato bíblico y los acontecimientos del 7 de octubre son sorprendentes. Ambos escenarios implican ataques devastadores que provocan la toma de rehenes y la desesperación de las comunidades. Y la respuesta de las FDI a la situación actual -persecución y esperanza de recuperación- refleja las acciones de David. Al igual que David salió victorioso sobre los amalecitas gracias a la ayuda divina, sabemos que Israel saldrá victorioso de esta batalla, puesto que las FDI luchan con Dios de su parte. Y del mismo modo que David «lo recuperó todo»(versículo 19) con la ayuda de Dios, esperamos que el conflicto actual se resuelva con la devolución sana y salva de todos los rehenes, el restablecimiento de la paz y la derrota del mal.