Los libros del Génesis y del Éxodo son narraciones que cuentan las historias de la Creación hasta el Éxodo. Aunque se trata de relatos fascinantes que parecen material de primera para contar a los niños, existe la costumbre judía de comenzar la educación de un niño en la Torá con Vayikra (Levítico). Esto parece ilógico, pues el material es árido, un manual de instrucciones para los kohanim (sacerdotes).
Este enfoque de la pedagogía se explica en el midrash (Yalkut Shimoni, Tzav 479):
¿Por qué los niños pequeños empiezan con Torat Kohanim (instrucción para los sacerdotes)? ¿Que empiecen con Bereshit (Génesis)? Puesto que los korbanot (sacrificios) son puros y los niños son puros, que vengan los puros y traten con los puros.
Algunos comentaristas señalan que el Libro del Levítico comienza con la palabra Vayikra, y la letra final de esa palabra es un alef (א) que se escribe notablemente más pequeña que las demás letras de esa palabra. Esta alef pequeña, la primera letra del alef-bet, es una indicación de que los niños pequeños deben empezar por esta sección de la Torá.

Otros comentaristas explican que es esencial que todo judío se empapara de los detalles del servicio del Templo para cumplir el mandamiento establecido en el Éxodo:
Esta explicación subraya la importancia de que todos los judíos, y no sólo los niños, aprendan el servicio del Templo. Enseñarlo a los niños pequeños transmite un mensaje tanto a los padres como a los hijos.
La Mishná (Avot 1:2) afirma que el servicio del Templo, junto con el estudio de la Torá y los actos de bondad, es uno de los tres pilares sobre los que se sostiene el mundo. Los sabios añaden que, al igual que el mundo se «sostiene» por el mérito de los sacrificios, también se «sostiene» por el aprendizaje de la Torá de los niños pequeños.

Otros explican que aprender sobre las inexplicables leyes de los sacrificios enseña a los niños que el servicio a Dios es tan importante que trasciende la moral y la lógica humanas. Y aprender sobre todos los sacrificios transmite el mensaje de que hay una forma de acercarse a Dios, sean cuales sean las circunstancias.
Otro comentario explica que la costumbre se originó tras la destrucción del Segundo Templo y el exilio de los judíos. Inculcar el amor y la comprensión del servicio del Templo a los niños pequeños ha mantenido viva la esperanza y el sueño de un retorno a Sión y al Tercer Templo en los corazones del pueblo judío. Con su vibrante imaginación, los niños han mantenido vivo el sueño de que se reconstruya el Templo y se restablezca el servicio sacerdotal.