Raquel era pastora de su padre, el deshonesto Labán. Jacob trabajó siete años para casarse con ella, pero fue engañado para que se casara con Lea. Luego trabajó siete años más después de casarse con Raquel. Raquel era la amada esposa de Jacob, pero permaneció estéril durante mucho tiempo. Finalmente dio a luz a José, pero murió mientras daba a luz a su segundo hijo, Benjamín. Fue enterrada «en el camino de Efrata, la actual Belén» (Génesis 35:16-19). Según la tradición judía, Raquel fue enterrada en el camino que debían tomar los exiliados judíos en su camino al exilio, para que pudiera llorar y rezar en su nombre. Jeremías se dirigió a la llorosa Raquel, diciéndole que no tenía por qué llorar y prometiéndole que sus hijos volverían a su tierra (Jeremías 31:16).