Elías era apasionado y estaba ferozmente comprometido con el culto sincero a Dios. Es famoso por poner a prueba a los sacerdotes del dios cananeo Baal (I Reyes 18) y por ser llevado vivo al cielo en un carro de fuego (II Reyes 2). Según la tradición judía, el espíritu de Elías asiste a cada seder de Pascua y aparece en cada circuncisión ritual.