La perdurable existencia de Israel a lo largo de los siglos es un capítulo extraordinario de la historia de la humanidad. El hecho de que la nación de Israel siga existiendo a pesar de haber estado exiliada de su tierra durante 2.000 años no tiene precedentes. Aún más singular es la inquebrantable conexión del pueblo judío con su patria, a pesar de estar disperso por todo el mundo. ¿Qué otra nación lleva más de dos milenios rezando diariamente desde los cuatro rincones del mundo, sin dejar de mirar a su patria?
Pero, ¿cómo ha logrado esta nación no sólo sobrevivir a lo largo de la historia, sino también regresar a su tierra ancestral tras un exilio tan prolongado? ¿Qué explica la capacidad de Israel para desafiar las normas, sobrevivir al exilio y a la implacable persecución y, en última instancia, recuperar su patria?
La clave de este enigma se encuentra en un relato bíblico del Génesis 32. En este pasaje, Jacob lucha con un ángel y sale victorioso, por lo que su nombre cambia de Jacob a Israel. Esta transformación significa su éxito al luchar con seres, tanto divinos como humanos, y vencer(Génesis 32:29).
El rabino Pinchas Polonsky arroja luz sobre este pasaje. Explica que la palabra hebrea para «divino» en este contexto es E-lohim, que simboliza la presencia de Dios en la naturaleza. La naturaleza actúa como un velo, ocultando a Dios del mundo. Por tanto, luchar con E-lohim es percibir la presencia divina más allá de la capa superficial de la naturaleza, desafiar el flujo ordinario de los acontecimientos y buscar una conexión con la manifestación de Dios que está más allá del mundo natural. Esta lucha implica trascender lo que parece predestinado, o el curso natural de los acontecimientos.
De hecho, a lo largo de su larga historia, los judíos han desafiado constantemente el curso esperado de los acontecimientos. Si la historia y las tendencias naturales fueran los únicos factores, el pueblo judío debería haber desaparecido como todos los demás pueblos antiguos. Sin embargo, Israel, encarnando el concepto de «lucha» contra el orden natural percibido, se ha negado a seguir el camino histórico típico. Esta resistencia a la progresión natural de los acontecimientos ha permitido a Israel perdurar a través de los tiempos.
Este desafío también explica cómo, tras miles de años de exilio, el pueblo judío ha regresado a su patria, estableciendo el moderno estado de Israel. Este logro no es sólo un hito político; es también una victoria espiritual, que cumple antiguas profecías y pone de manifiesto su fe y determinación.
En la actualidad, Israel se erige como una nación vibrante, que mezcla antiguas tradiciones con el progreso moderno. El estado de Israel simboliza el viaje histórico del pueblo judío: superando retos, manteniendo la conexión con sus raíces y avanzando persistentemente. Es la historia de un pueblo que mira más allá de la naturaleza para conectar con el Dios que la trasciende.
