Hace poco leí una historia contada originalmente por Mendy Kofman sobre una familia judía que sobrevivió a la Rusia comunista y se reasentó en EEUU. Contra todo pronóstico, esta familia siguió observando la Torá en las profundidades del imperio más antirreligioso del mundo.
>En la celebración del matrimonio de la hija de esta familia, un rabino se levantó para alabar a la familia por su fortaleza espiritual. Concluyó diciendo: «Y Dios les ayudó, y salieron de Rusia…».
De repente, el padre de la novia, con un estruendoso acento ruso, dijo: «¡Dios no nos ayudó a salir de Rusia!».
¡El rabino estaba conmocionado! ¿Se había convertido de repente este padre en un hereje?
En la porción de la Torá de Haazinu, vemos un versículo muy interesante:
Según los Sabios, la segunda mitad de este versículo debe entenderse como : «Cuando Él ve que el enemigo progresa y nadie [siente que] será salvado o asistido».
El versículo implica que la redención final (la vindicación y la venganza) sólo se producirá cuando no haya esperanza de redención. El rabino Yaakov Kaminetzky pregunta: «¿Por qué dicen los Sabios que la redención no llegará hasta que el pueblo judío «pierda toda esperanza de redención»?
Espera, ¡no desesperes! El rabino Kaminetsky responde a su propia pregunta, y creo que te gustará. Pero primero volvamos a nuestra historia original. Tras repetir por segunda vez que «Dios no nos ayudó a salir de Rusia», el padre continuó en voz baja: «Dios no nos ayudó ni nos asistió. Dios lo hizo TODO».
Del mismo modo, el rabino Kaminetsky explica que los Sabios no hablan de perder la esperanza en la redención real por parte de Dios. Hablan de perder la esperanza en los medios menores de «redención» que esperamos.
A menudo depositamos demasiadas esperanzas en nuestras propias acciones, en otras personas, en partidos políticos, en ejércitos o en cualquier otra cosa que no sea Dios. Una vez que nosotros, como individuos, y toda la humanidad, nos demos cuenta de que la redención vendrá sólo de Dios, y nos volvamos a Él, entonces llegará la redención final.
Este reconocimiento de Dios y esta confianza en Él serán también el cumplimiento del versículo:
De ello aprendemos que, aunque debemos trabajar para acercarnos a ella, la redención está en última instancia en manos de Dios. Cuando alcancemos ese nivel de humildad y nos volvamos a Dios, mereceremos la redención verdadera y definitiva.
¡Que llegue pronto y en nuestros días!