Jonatán (o Yonatán, en hebreo) es uno de mis personajes bíblicos favoritos. ¿Por qué? Me encanta la combinación de fe en Dios, lealtad a su pueblo y heroísmo silencioso que encarna Yonatán. Yonatán defiende sus valores y su fe, buscando formas de proteger a los israelitas incluso a costa de su propia vida. Por eso no es casualidad que un héroe moderno que encarnaba esos rasgos también se llamara Yonatán. Me refiero a Yoni Netanyahu, oficial condecorado del ejército israelí y héroe de la Operación de Rescate de Rehenes de Entebbe de 1976.
Por cierto, si «Netanyahu» te suena, no te lo estás imaginando. Yoni (como le apodaban), era el hermano mayor del actual primer ministro de Israel, Bibi (Benjamín). Digo era porque Yoni murió trágicamente en una de las operaciones de rescate de rehenes más épicas y cinematográficas del siglo XX.
Los héroes surgen a menudo en tiempos de gran necesidad, y sus acciones dejan una huella permanente en la historia. Yoni Netanyahu, comandante israelí, y Yonatan, hijo del rey Saúl, son dos figuras cuyos valerosos actos y sacrificios finales se han convertido en legendarios. El Asalto a Entebbe, en el que Yoni Netanyahu encontró su heroico final, es un testimonio de la valentía moderna. Esta historia refleja el relato bíblico de la audaz misión de Yonatán contra los filisteos. Ambos hombres murieron por su país, encarnando los valores intemporales del valor, el liderazgo y el desinterés. Sumerjámonos.
Una de las partes más preocupantes de los años 60 y 70 fue una serie de secuestros de aviones llevados a cabo por grupos terroristas palestinos. Sí, no somos ajenos al terror externo en nombre de la «resistencia». De hecho, los secuestros eran tan frecuentes (y aterradores) que esto llevó a El-Al Airlines, la compañía aérea nacional de Israel, a reforzar su propia seguridad interna. El Raid de Entebbe, también conocido como Operación Rayo, es uno de los secuestros más conocidos y, posteriormente, una de las misiones de rescate más célebres de la historia militar moderna.
Esto es lo que ocurrió. El 27 de junio de 1976, un avión de Air France fue secuestrado por terroristas y desviado a Entebbe, Uganda. Los rehenes, en su mayoría israelíes y judíos, fueron retenidos en la antigua terminal del aeropuerto de Entebbe bajo la atenta mirada de las fuerzas del dictador ugandés Idi Amin. Los terroristas exigían la liberación de 50 terroristas encarcelados y un rescate de cinco millones de dólares. Matarían a los rehenes si no se cumplían sus exigencias. El gobierno israelí disponía de una semana para satisfacer estas horribles exigencias. Su única opción, al parecer, era negociar con los terroristas un acuerdo sobre los rehenes. Suena inquietantemente familiar.
Por suerte, el gobierno israelí tenía otro plan. Altos cargos, incluido el entonces primer ministro, Isaac Rabin, autorizaron una audaz misión de rescate. El teniente coronel Yoni Netanyahu fue elegido para dirigir el equipo de asalto de la Sayeret Matkal, la unidad de comandos de élite israelí.
En la oscuridad de la noche del 4 de julio de 1976, una fuerza de comandos israelíes, transportada por cuatro aviones Hércules, aterrizó en el aeropuerto de Entebbe. El equipo de Yoni, disfrazado con vehículos militares ugandeses, se dirigió rápidamente hacia la terminal donde se encontraban los rehenes. Su disfraz era tan convincente que incluso utilizaron un vehículo Mercedes negro, imitando el transporte preferido del presidente ugandés. Las tropas ugandesas se dejaron engañar.
Finalmente, el coronel Netanyahu y sus hombres entraron en la antigua terminal del aeropuerto ugandés y localizaron a los rehenes. Inmediatamente les salieron al encuentro los militares ugandeses y los terroristas, y se produjo un feroz tiroteo. Yoni Netanyahu dirigió la carga, demostrando una valentía y un liderazgo excepcionales. Y a pesar de estar en gran inferioridad numérica y operar en territorio hostil, los comandos israelíes neutralizaron rápidamente a los terroristas y rescataron a 102 rehenes. Sin embargo, esta historia tiene un final agridulce. Trágicamente, durante el asalto, Yoni resultó mortalmente herido por la bala de un francotirador. Su muerte fue la única baja de un soldado israelí en la operación, pero su heroísmo garantizó el éxito de la misión y el regreso de los rehenes sanos y salvos.
Pasemos a la Biblia, donde conoceremos al otro Yonatán.
Durante una época de opresión filistea, Yonatán, hijo del rey Saúl, emprendió una misión secreta. Iba a asestar un golpe decisivo al enemigo. ¿Cómo? Pues bien, los filisteos habían establecido una guarnición en Micmas, y los israelitas estaban muy superados en número y desmoralizados. Así que Yonatán, acompañado únicamente por Ahiyah, su portador de armadura, decidió infiltrarse en el campamento filisteo.
El plan de Yonatán era audaz. Él y Ahiyah escalaron un paso escarpado para llegar al puesto avanzado enemigo. Yonatán creía que Dios le ayudaría a engañar a los filisteos. Y, efectivamente, sin darse cuenta les invitaron a acercarse. Los guardias filisteos se burlaron de ellos -pensando que eran dos israelitas perdidos al azar- y los llamaron para que se acercaran… cayendo en la trampa de Yonatán. En un alarde de notable valor y fe, Yonatán y Ahiyah atacaron, matando a unos veinte filisteos en una breve e intensa escaramuza.
Esta audaz acción creó el caos en el campamento filisteo; los filisteos, confusos y aterrorizados, ¡se volvieron unos contra otros! Imagínate la escena: Jonatán y Ahiyah, de pie, victoriosos, a un lado, mientras los filisteos se destruían a sí mismos desde dentro. Al ver al enemigo desorganizado, Saúl reunió a sus tropas y se unió a la batalla, asegurando una importante victoria para Israel. La valentía de Yonatán no sólo cambió el rumbo de la guerra, sino que también inspiró a sus compatriotas israelitas a levantarse y luchar.
Los paralelismos entre Yoni Netanyahu y Yonatan son sorprendentes. Ambos hombres se embarcaron en valientes misiones contra enemigos, demostrando un valor y un liderazgo excepcionales. Sus acciones estaban impulsadas por un profundo sentido del deber y el patriotismo, e influyeron profundamente en sus pueblos. Mientras que Yoni dirigió una operación militar moderna con una planificación y una ejecución meticulosas, Yonatan se basó en la fe y la audacia frente a probabilidades abrumadoras.
Al final, tanto Yoni como Yonatan pagaron el precio más alto por su valentía. La muerte de Yoni durante el Asalto de Entebbe le inmortalizó como héroe nacional, y generaciones celebraron y recordaron su sacrificio. La muerte de Yonatan en una batalla filistea posterior, junto a su padre y sus hermanos, dejó un legado duradero de valor y devoción en el pueblo judío y su salvación.
Sus historias nos recuerdan que en todo tiempo y lugar hay héroes. En las antiguas colinas de Israel. En Uganda. Hoy, asaltando el mal en los túneles de Gaza. Hay tantos Yonatanes que no hemos conocido. Que nunca conoceremos. Sin embargo, todos ellos están conectados por su valentía y abnegación.
Yoni Netanyahu y Yonatan murieron por su país, y sus actos heroicos han quedado grabados para siempre en la historia. Sus legados son símbolos perdurables del valor y la dedicación necesarios para proteger y preservar la libertad y la justicia.
Por desgracia, la historia de rehenes que necesitan desesperadamente nuestra ayuda es demasiado familiar. El nombre Yonatán, o Jonatán, significa ‘Dios ha dado’. Si encarnamos las cualidades divinas de los «Yonatanes bíblicos y modernos» con el espíritu de generosidad hacia nuestro pueblo, nosotros también podemos marcar la diferencia hoy. Ayúdanos a apoyar a las familias de los rehenes en sus valientes esfuerzos por traer a sus seres queridos a casa.
