Usa tu voz (responsablemente)

agosto 22, 2024
The Jerusalem light rail provides easy and quick public transportation around the center of the city

La semana pasada llevé a mis hijos a Jerusalén en tren. Es un viaje rápido desde donde vivimos, y una vez que llegas a Jerusalén, puedes ir andando o tomar el tranvía por el centro de la ciudad. Eso es lo que hicimos. Visitamos el mercado al aire libre y el Shuk, vimos a los artistas callejeros, comimos pizza y disfrutamos de la increíble ciudad de Jerusalén. El día empezaba a declinar, así que volvimos a coger el tren ligero para regresar a la estación central y volver a casa. Pero mientras esperábamos sentados en el tranvía a que partiera, el locutor nos informó de que nos quedaríamos parados indefinidamente. Había protestas más adelante, y los manifestantes estaban bloqueando la calle. Algunos estaban sentados justo delante del metro ligero. Sin otra opción, decidimos caminar el resto del trayecto hasta la estación central. Por supuesto, mis hijos se dieron cuenta de las protestas, y por supuesto, fueron muy conscientes del cambio de planes. Sin embargo, mi momento de brillar como padre llegó cuando tuve que explicarles nuestra asombrosa capacidad, tanto en Israel como en Estados Unidos, de tener libertad de expresión. No todos los países te permiten decir cuando no te gusta algo que hace el gobierno. Pero también les expliqué cuidadosamente que existe un equilibrio entre decir a alguien que no nos gusta lo que hace, defender nuestros derechos y ser irrespetuoso, peligroso o mezquino. A menudo, con cualquier protesta, esto último se convierte en la norma. Y eso nunca está bien. Así que, como hace cualquier persona amante de la Biblia (hola, ésa soy yo), hice una inmersión profunda en la idea de la libertad de expresión en la Biblia.

¿Qué dice la Biblia sobre la Libertad de Expresión?

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Cuando pienso en el poder de la palabra en la Biblia, mi mente se dirige inmediatamente a la historia de Moisés. Imagina la escena: Moisés, un hombre que una vez huyó de Egipto como fugitivo, se presenta ahora ante el Faraón, el gobernante más poderoso del mundo en aquel momento, exigiendo la libertad para los israelitas. «Deja marchar a mi pueblo», declara (Éxodo 5:1), no una vez, sino repetidas veces, incluso cuando el corazón del Faraón se endurece y la situación se vuelve más peligrosa.

El valor de Moisés para alzar la voz ante un poder tan abrumador es un profundo ejemplo del fundamento bíblico de la libertad de expresión. En una sociedad en la que la disidencia podía castigarse con la muerte, Moisés ejemplifica el imperativo moral de alzar la voz contra la injusticia. Sus palabras, impulsadas por su fe y su sentido de la misión divina, se convirtieron en el catalizador de la liberación de toda una nación. Esta historia nos enseña que el derecho a decir la verdad, especialmente al poder, no es sólo un privilegio, sino una responsabilidad.

A continuación, pasamos a los profetas -Isaías, Jeremías y Ezequiel, entre otros- que fueron llamados a decir verdades difíciles al pueblo de Israel. Estos profetas eran a menudo impopulares porque sus mensajes desafiaban el statu quo, instando al arrepentimiento, la justicia y el retorno a Dios.

Los profetas no podían permitirse el lujo de guardar silencio o ser políticamente correctos. A menudo, sus palabras les llevaron a entrar en conflicto directo con los reyes y el pueblo, pero se mantuvieron firmes en su misión. El compromiso inquebrantable de los profetas de transmitir el mensaje de Dios, independientemente del riesgo personal, muestra hasta qué punto la Biblia valora la libertad de expresión. Nos recuerdan que la palabra es una poderosa herramienta de reforma social y espiritual. Los ejemplos de los profetas nos muestran que, a veces, defender lo que es correcto significa hablar claro, aunque no sea fácil ni seguro.

Uno de los ejemplos más sorprendentes de decir la verdad al poder en la Biblia es la historia del profeta Natán enfrentándose al rey David. Tras el grave pecado de David con Betsabé y la muerte concertada de su marido, Urías, Dios envió a Natán para que transmitiera un duro mensaje al rey. Natán podría haberse quedado callado, sabiendo el peligro potencial de enfadar al rey, pero eligió hablar claro. Mediante una parábola, Natán le revela el pecado de David.

La confrontación de Nathan es un poderoso recordatorio de que la libertad de expresión no consiste sólo en airear las quejas u oponerse a las acciones del gobierno, sino también en exigir responsabilidades a los demás. En cierto modo, las palabras de Natán eran una forma de protesta, no contra una política gubernamental, sino contra un fracaso moral. La historia de Natán y David nos enseña que el derecho a hablar debe equilibrarse con la responsabilidad de decir la verdad, sobre todo cuando se trata de cuestiones de justicia y rectitud.

Como expliqué a mis hijos en aquel accidentado paseo por Jerusalén, la libertad de expresión es un derecho precioso, tanto en Israel como en muchas partes del mundo. Y somos muy muy afortunados por tener ese poder. Pero la Biblia también nos enseña que esta libertad conlleva una gran responsabilidad. Moisés, los profetas y Natán utilizaron sus voces para provocar el cambio, desafiar la injusticia y defender las leyes morales y divinas.

En el mundo moderno, donde las protestas y la libertad de expresión son hechos cotidianos, estos relatos bíblicos nos recuerdan que debemos utilizar nuestra palabra con prudencia. No se trata sólo de la capacidad de hablar. Cualquiera puede levantarse con un megáfono y gritar. Pero se trata de garantizar que nuestras palabras se utilicen para el bien, para elevar, corregir e inspirar. Del mismo modo que la Biblia aboga por la verdad y la justicia, nuestras voces deben reflejar estos valores, tanto si hablamos al poder como si protestamos contra una injusticia o simplemente mantenemos una conversación con nuestros hijos.

Así pues, la próxima vez que nos encontremos en una situación en la que nos sintamos obligados a hablar, ya sea en una protesta, en una carta a un funcionario del gobierno o en una conversación durante la cena, recordemos los ejemplos de Moisés, los profetas y Natán. Utilicemos nuestras voces para hacer del mundo un lugar mejor, como hicieron ellos.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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