Una pregunta que cambió la Historia

mayo 2, 2025
Tel Aviv-Jaffa skyline (Shutterstock.com)
Tel Aviv-Jaffa skyline (Shutterstock.com)

En un mundo lleno de distracciones y valores contrapuestos, la humanidad sigue lidiando con la misma pregunta fundamental que resonó en el palacio del Faraón hace miles de años: «¿Quién es el Señor para que yo obedezca su voz?».

Cuando Moisés se dirigió por primera vez al gobernante egipcio exigiendo la libertad de los israelitas, la respuesta desdeñosa del faraón reveló no sólo desafío, sino una profunda ignorancia. Este antiguo enfrentamiento puso en marcha un plan educativo divino que sigue dando forma a nuestro mundo actual.

Moisés y Aarón se acercaron al Faraón con la orden de Dios de liberar a los esclavos hebreos, pero se encontraron con una indiferencia chocante. La Escritura nos dice

Esta respuesta, «¿Quién es el Señor?», procedía de un hombre que gobernaba un imperio lleno de innumerables deidades, ninguna de las cuales exigía responsabilidad moral. ¿Cómo podía el faraón, que en la cultura egipcia se consideraba divino, comprender a un Dios que estaba por encima de todos los gobernantes y exigía justicia?

Lo que siguió no fue un simple castigo, sino educación a gran escala. Cada plaga desmantelaba sistemáticamente la cosmovisión teológica del faraón, al tiempo que revelaba aspectos del carácter y el poder del único Dios verdadero.

Las plagas no eran exhibiciones aleatorias de poder, sino lecciones cuidadosamente orquestadas sobre la soberanía de Dios sobre todos los elementos de la creación que los egipcios habían divinizado, desde el Nilo que adoraban (convertido en sangre) hasta el dios sol Ra (oscurecido en la novena plaga). Las plagas no eran meros castigos, sino señales, diseñadas para educar no sólo al faraón, sino al mundo entero, sobre la naturaleza de Dios y su relación con la humanidad.

Esta misma misión educativa, que tuvo una expresión dramática en Egipto, se convirtió en el modelo del propósito del pueblo judío en la historia del mundo. Isaías describe elocuentemente esta designación divina:

La frase hebrea o lagoyim, «una luz para las naciones», resume esta misión. Del mismo modo que las plagas fueron concebidas para enseñar al Faraón acerca de Dios, el pueblo judío está llamado a ser testimonio vivo de la realidad y la visión moral de Dios en un mundo que a menudo se pregunta, como el Faraón: «¿Quién es el Señor para que yo le escuche?»

Esta misión no consiste en hacer proselitismo ni en convertirse. Según la tradición judía, se trata de vivir de tal modo que la naturaleza de Dios se haga visible a través de la relación de alianza del pueblo judío con Él. Siguiendo los mandamientos de la Torá, los judíos crean una sociedad modelo que demuestra la sabiduría y la compasión de Dios.

Los profetas subrayaron repetidamente que esta misión va más allá de la observancia ritual y llega al corazón del monoteísmo ético. El profeta Miqueas destiló bellamente este propósito:

Estos tres requisitos -justicia, bondad y humildad ante Dios- siguen siendo los valores fundamentales que el pueblo judío está llamado a ejemplificar y enseñar.

Hoy, esta antigua misión adopta muchas formas. Las comunidades judías de todo el mundo siguen preservando y transmitiendo la revelación de Dios mediante el estudio de la Torá, la observancia del Shabat (el Sabbat) y otros mandamientos, las prácticas empresariales éticas y los actos de jesed (bondad amorosa).

El Estado de Israel representa otra dimensión de esta misión: un milagro moderno que demuestra la fidelidad de Dios a Sus promesas de alianza tras siglos de exilio. Muchos judíos ortodoxos ven las innovaciones tecnológicas, los esfuerzos de ayuda humanitaria y el código ético militar de Israel como expresiones contemporáneas de ser una «luz para las naciones.»

Los valores que surgieron de la revelación del Sinaí -la dignidad humana, la compasión por el extranjero, el cuidado de los vulnerables- siguen dando forma a la civilización occidental.

Cuando nos asociamos para promover estos valores divinos en nuestras comunidades, participamos en la misión educativa permanente que comenzó con Moisés ante el Faraón, insistiendo en que existe realmente un Dios que se preocupa profundamente por cómo nos tratamos unos a otros y que merece no sólo reconocimiento, sino obediencia.

En un mundo en el que los «faraones» modernos siguen preguntándose: «¿Quién es Dios para que le escuche?», la respuesta sigue siendo la misma que en el antiguo Egipto: Él es el Creador que exige justicia, ama la misericordia y camina con quienes buscan humildemente Su rostro. Ésta es la misión que comenzó con Abraham y que continúa dondequiera que la gente elija dar a conocer la presencia de Dios mediante vidas de santidad y compasión.

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En Israel365 hemos lanzado nuestra campaña anual con una profunda misión: Ser una luz para Israel. Como declaró Isaías: «Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh se eleva sobre ti». (Isaías 60:1)
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Shira Schechter

Shira Schechter is the content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. She earned master’s degrees in both Jewish Education and Bible from Yeshiva University. She taught the Hebrew Bible at a high school in New Jersey for eight years before making Aliyah with her family in 2013. Shira joined the Israel365 staff shortly after moving to Israel and contributed significantly to the development and publication of The Israel Bible.

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