El rabino Haim Yosef David Azulai ben Yitzhak Zerachia (Jerusalén, siglo XVIII), conocido comúnmente como el Hida, enseñó que los ocho versículos del Salmo 67 estaban inscritos en la Menorah (candelabro) de oro que había fuera del Santo de los Santos en el Templo. El primer versículo estaba escrito en la parte superior de la Menorah, y los otros siete versículos estaban escritos en cada una de las siete ramas. En recuerdo de ello, este salmo se escribe a menudo en forma de Menorah, sobre todo en las sinagogas sefardíes y en los libros de oraciones. Los judíos sefardíes meditarán sobre esta imagen, imaginando los Templos, pasados y futuros, en toda su gloria.

Según la tradición, Dios reveló este capítulo de los Salmos a David en esta forma, y una copia de este diagrama fue grabada en una placa de oro en el escudo que el rey David llevó consigo a la batalla.
En su libro homónimo, el rabino David Abudarham (Sevilla 1340) enseñó que la persona que recita este salmo diariamente con concentración recibe el mismo crédito que si hubiera encendido la Menorah en el Templo. Como escribió
«Quien lo recita diariamente es considerado como quien enciende la Menorah pura en el Templo y es como recibir el rostro de la Shejiná, ya que lo encuentras en siete versículos que coinciden con las siete ramas de la Menorah«.
¿Cuál es el significado de este salmo y qué relación tiene con la Menorah del Templo?
El rabino Abudarham añade otro nivel de simbolismo al Salmo 67. Observa que el cuerpo de este salmo tiene precisamente 49 palabras, sin contar el primer versículo que es el título del salmo, que corresponden a los 49 días del período del Omer entre Pascua y Shavuot (Fiesta de las Semanas). El segundo versículo tiene siete palabras, que corresponden a las siete semanas de ese periodo. Por ello, existe la tradición de recitar este capítulo de 49 palabras de los Salmos cada día del periodo del Omer.
Las 49 palabras también representan las 49 puertas de la sabiduría y los 49 niveles de pureza. Cuando la nación de Israel salió de Egipto, se había hundido hasta el nivel 49, el más profundo de impureza. Para compensarlo, durante el viaje de 49 días a través del desierto para llegar al monte Sinaí y recibir la Torá, los hebreos tuvieron que subir un nivel cada día. Esto tuvo lugar durante el periodo entre Pascua y Shavout, el periodo del Omer.
Pero la suma de 49 palabras también se refiere a la Menorah. Rabí Abudarham explicó:
«Los pomos y las flores y las llamas que hay en las siete ramas de la menorá suman cuarenta y nueve. ¿Cómo? Veintidós copas. Nueve flores. Once pomos. Siete llamas. El total es igual a cuarenta y nueve».
Entonces, ¿cuál es la conexión entre la Menorah y el salmo?
En el Salmo 67, David pide a Dios que nos bendiga y haga brillar la luz de Su rostro sobre nosotros. Pide a Dios que haga que Sus caminos sean conocidos y comprendidos entre todos los pueblos de la tierra y que, a su vez, todas las naciones Le reconozcan y Le alaben.
La relación entre este salmo y la Menorah del Templo quizá se encuentre en la idea de que Dios hace brillar la luz de Su rostro sobre nosotros. Del mismo modo que Israel es una luz para las naciones, la Menorah es una fuente simbólica del flujo de las bendiciones de Dios hacia Israel y el mundo. Y tanto la luz de Israel como la luz de las bendiciones de Dios acabarán inspirando a las naciones del mundo para que reconozcan y alaben a Dios, como se describe en el salmo.
Aunque cada persona tiene su propio camino hacia Dios, la visualización es una herramienta útil que ayuda a mucha gente. El Salmo 67 ofrece la oportunidad de visualizar, ya sea imaginando la Menorah, al rey David yendo a la batalla con las palabras blasonadas en su escudo, o tal vez la luz de la Torá extendiéndose desde Sión.
El Salmo 67 encierra múltiples capas de simbolismo y significado, que nos conectan con la Menora del Templo, el periodo del Omer y la idea de que las bendiciones de Dios brillan sobre nosotros. Recitando este salmo y visualizando la Menorah u otras imágenes relacionadas, podemos profundizar en nuestra conexión espiritual e inspirarnos para nuestro viaje hacia Dios. Al meditar en las palabras del rey David, podemos aspirar a ser una luz para las naciones y lograr el reconocimiento y la alabanza de Dios en el mundo. Y nuestros esfuerzos por conseguirlo harán que Dios derrame Sus bendiciones sobre nosotros.