Levítico

Siguiendo la inspiradora narración del Sefer Bereshit (Génesis) y las apasionantes historias del Sefer Shemot (Éxodo), a primera vista puede parecer que el Sefer Vaikrá (Levítico) no está a la altura de sus dos dramáticos predecesores. El nombre «Levítico» procede de Leví, el padre de la tribu sacerdotal, y gran parte de sus 27 capítulos están dedicados a describir con gran detalle los rituales sacerdotales. Dado que la mayoría de estas prácticas no se observan hoy en día, algunos lectores modernos tienen dificultades para encontrar un significado práctico en el Sefer Vayikra, y por ello se pierden su valores eternos.

Sin duda, es posible perderse en todos los matices de los diversos rituales y ofrendas descritos en el Sefer Vayikra, pero es imperativo que el lector no pierda de vista el panorama general. A medida que estudiar los intrincados detalles de las ofrendas, descubrimos que Su finalidad primordial es acercar al pueblo a Hashem a través de Su morada terrenal, como dice: «Hazme un santuario, para que Yo habite entre ellos» (Éxodo 25:8). El Sefer Vayikra Los detalles intrincados son necesarios para que traigamos la presencia de Dios a nuestras vidas de una forma muy física, sirviéndole de una manera muy específica.

El Mishkán era un edificio temporal que preparó el camino para el Beit Hamikdash de Yerushalayim, que sirvió como estructura permanente para adorar al Dios de Israel. Hoy, aunque no tengamos el Mishkan para elevarnos ni el Templo para rezar, Yerushalayim sigue siendo la puerta especial de la humanidad entre el cielo y la tierra. Hoy en día, nuestra conexión con Eretz Yisrael sigue siendo capaz de elevar nuestro servicio a Hashem.

Al profundizar en el significado de los antiguos rituales de la Toráy descubrir sus muchas verdades fundamentales, y al destacar el papel de Sión a lo largo del Libro de Vayikrá, esperamos que La Biblia de Israel nos ayude a cumplir el propósito del Mishkán: llevar la presencia de Dios a nuestras vidas.

Que nuestro estudio de La Biblia de Israel nos infunda santidad, como si trajéramos las ofrendas descritas en el Sefer Vayikra, y nos prepare para el día en que se reconstruya el Beit Hamikdash en Yerushalayim y podamos sentir plenamente la presencia de Dios en este mundo.