El rollo de Kohelet, denominado en español Eclesiastés, recibe su nombre de su autor, el rey Salomón, que se da a sí mismo el nombre de Kohelet. Kohelet está relacionado con la palabra hebrea hakhel, reunión, ya que Salomón solía pronunciar discursos públicos en reuniones. El Eclesiastés es un libro de observaciones sobre la vida, hechas por el hombre más sabio que jamás haya existido. Según los Sabios, fue escrito hacia el final de la vida de Salomón, después de haber acumulado mucha sabiduría y experiencia vital. Kohelet también significa colección, pues es una recopilación de las diversas cosas de la vida que pueden inducir a error a una persona. Adecuado para un libro de perspicacia, este libro fue escrito en Jerusalén, ciudad conocida por su sabiduría.
El rey Salomón comenta la futilidad de la vida en este mundo. Advierte que no hay que dejarse llevar por la fiesta y el placer excesivos, e instruye que es mejor perseguir el conocimiento. Observa que Dios creó un mundo perfecto en el que «cada cosa tiene su tiempo» (3:1). Reflexiona sobre la vieja cuestión de por qué los justos sufren mientras los malvados prosperan. Ilustra cómo la búsqueda de riquezas y lujos carece de sentido. Señala las cosas que realmente importan en la vida, como la buena reputación, la caridad y las buenas obras. Condena los malos rasgos de la personalidad, como los celos, la mezquindad y la ira.
A primera vista, algunos versículos del Eclesiastés parecen intrínsecamente contradictorios o antitéticos con el judaísmo, y por ello los Sabios consideraron no incluirlo en la Biblia. Llegaron a la conclusión de que debía incluirse, pues su mensaje general es que la vida está impregnada de sentido cuando se sigue la palabra de Dios y Su Torá. Koheleth comienza diciendo que el mundo físico por sí solo carece de sentido, y termina afirmando: «El fin del asunto, todo oído: temed a Dios y guardad Sus mandamientos, pues éste es el hombre completo» (12:13).
El Kohelet se leía originalmente en la ceremonia bíblica del hakhel. Una vez cada siete años, al concluir el año sabático, el rey se dirigía al pueblo que había peregrinado a Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos. Tradicionalmente, el rey leía porciones de la Torá. El rey Salomón añadió las palabras de advertencia que se incluyen en su libro Eclesiastés, y los reyes posteriores también leyeron de este rollo.
Hasta el día de hoy, el Eclesiastés se lee cada año en la Fiesta de los Tabernáculos. En la Tierra de Israel, la Fiesta de los Tabernáculos cae justo antes de la estación de las lluvias. Las cosechas que se han recogido y secado en los campos durante el verano se almacenan antes de que lleguen las primeras lluvias. Esta época del año proporciona una gran sensación de logro al agricultor israelí, que se ha esforzado todo el año para finalmente «recoger los frutos de su trabajo.» Para evitar quedar atrapado en todo el materialismo, el Eclesiastés se lee específicamente en esta época para advertir a la persona de que el físico no es el objetivo de la vida, sino el medio para alcanzar un propósito más elevado.
La Biblia de Israel es el primer Tanaj (Biblia hebrea) del mundo centrado en la Tierra de Israel, el Pueblo de Israel y la relación dinámica entre ambos.
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