Algunos de mis recuerdos más queridos de la infancia son las visitas a casa de mis abuelos en el Bronx. Mi abuela siempre tenía su tarro de galletas lleno y listo para nosotros, y a mi abuelo nunca se le acababan las historias que contar. Esperábamos con impaciencia cada visita, ansiosos por las golosinas y los cuentos. Pero una vez al año, nuestra visita tenía un propósito distinto. Mi abuelo cultivaba aravot -ramas de sauce-en su jardín y, durante la fiesta de Sucot (Fiesta de los Tabernáculos), íbamos al Bronx a cortar las ramas y las juntábamos en grupos de cinco para venderlas en la sinagoga en Hoshaná Rabá, el séptimo día de la fiesta. En aquel momento, me pareció una tradición festiva divertida, pero no comprendí del todo el significado profundo que había detrás de aquellos sauces hasta mucho más tarde.
Aunque Sucot se asocia a menudo con la celebración y la alegría, Hoshaná Rabá introduce un tono más solemne en la fiesta, por lo demás festiva. Según los sabios, este día marca la última oportunidad de influir en el juicio divino para el año venidero, que comienza en Rosh Hashaná (Año Nuevo judío) y continúa hasta Yom Kipur (Día de la Expiación). La tradición judía enseña que el juicio de Dios no se sella completamente hasta Hoshaná Rabá, lo que lo convierte en un momento crítico de nuestro viaje espiritual. Además, somos juzgados por el agua en Sucot, y ese juicio también finaliza en este día. En consecuencia, se añaden oraciones adicionales por la salvación al servicio de oración matutino.
En Hoshaná Rabá, damos siete vueltas alrededor de la mesa de lectura de la Torá, recitando la antigua oración de Hoshaná, que comienza así «¡Por favor, salva, por Tu amor, Dios nuestro, por favor, salva!». Aunque estas oraciones se recitan todos los días de Sucot -unaoración por cada día-, el séptimo día, el ritual alcanza su clímax cuando se repiten las siete oraciones por la salvación, con oraciones adicionales añadidas a la liturgia. Al final de la recitación, golpeamos simbólicamente el haz de sauces contra el suelo cinco veces.
Pero, ¿qué significa esta inusual costumbre?
Una interpretación sugiere que golpear las ramas del sauce es una plegaria silenciosa para que llueva. En la Biblia se hace referencia a los sauces como «sauces de río» o «sauces del arroyo», lo que refleja su dependencia del agua»:
Como dependen tanto de la lluvia, las ramas se convierten en un símbolo apropiado en nuestras oraciones por el agua recitadas en este día
Además, se cree que las cuatro especies de Sucot representan distintas partes del cuerpo: el lulav (rama de palmera) representa la columna vertebral, los hadassim (ramas de mirto) representan los ojos, el etrog (cidro) representa el corazón y el aravah (sauce) representa la boca, que está vinculada a la oración. En este contexto, los sauces, que representan la boca, se golpean contra el suelo, destacando el papel central de la oración en la búsqueda del favor divino.
Mientras que una interpretación relaciona el sauce con la boca y la centralidad de la oración, otra compara las cuatro especies con cuatro tipos de personas. El etrog, que tiene sabor y fragancia, simboliza a quienes poseen tanto conocimiento de la Torá como buenas acciones. El lulav, que tiene sabor pero no fragancia, representa a quienes estudian la Biblia pero pueden carecer de buenas acciones. El mirto, fragante pero sin sabor, corresponde a los que realizan buenas acciones pero carecen de conocimientos de la Torá. Por último, el aravá, que carece tanto de sabor como de fragancia, simboliza a quienes no tienen ni conocimiento de la Biblia ni buenas acciones. Al reunir estas cuatro especies, el ritual destaca la unidad e interdependencia de todos, independientemente de sus puntos fuertes o débiles individuales.
Basándose en esta interpretación, el rabino Kook, primer Gran Rabino de Israel, ofrece una perspectiva única sobre el ritual de golpear la rama de sauce. Sugiere que utilizar la rama de sauce, en lugar de cualquiera de las otras especies, representa la fuerza silenciosa de los que son sencillos e ignorantes. Según el rabino Kook, la verdadera fuerza del pueblo judío no reside en la brillantez intelectual de los eruditos, sino en la fe y la devoción inquebrantables de quienes, aunque no son eruditos, siguen los mandamientos con humildad y firmeza. Son su humildad y firmeza las que sostienen a la comunidad en tiempos difíciles.
La sencilla aravá, que parece tan ordinaria, tiene un profundo peso simbólico. Ya se consideren una humilde plegaria para que llueva, un símbolo de unidad o una representación de la fuerza tranquila de los ingenuos, las ramas de sauce nos recuerdan que cada individuo, sea cual sea su nivel de observancia o de aprendizaje, desempeña un papel crucial en el tejido de la comunidad. Al batir las ramas en Hoshaná Rabá, reconocemos tanto nuestra vulnerabilidad como nuestra fuerza colectiva, volviéndonos a Dios en una súplica final por un año de bendición y salvación.
La oración de Hoshana es una de las muchas oraciones significativas que puedes encontrar en nuestro nuevo libro de oraciones, «Stand By Me Volume II: Daily, Sabbath and Festival Prayers». ¡Pide tu ejemplar hoy mismo!