¿Te has sentido alguna vez al borde de la desesperación, con tus súplicas de ayuda desvaneciéndose en un vacío que no responde? Si es así, no estás solo. Las primeras líneas del Salmo 77 se hacen eco del mismo sentimiento, pintando una cruda imagen de la profunda angustia del rey David. Aquí se nos presenta a un protagonista cuya vida se ha visto empañada por las penurias, y que añora un pasado lleno de recuerdos alegres.
A medida que continúas leyendo el Salmo, la angustia es palpable:
David se siente abandonado, su fe sacudida hasta la médula. Sin embargo, dentro de este estado de sufrimiento y aparente indiferencia divina, se desarrolla un viaje extraordinario: un viaje de la desesperación a la iluminación.
A medida que avanza el salmo, David recuerda la integridad inquebrantable de Dios. Se da cuenta de que no es Dios quien le ha fallado, sino sus propias expectativas equivocadas. Reconoce que su concepto de Dios y de Sus actos estaba sesgado. Al darse cuenta de ello, David recuerda las intervenciones pasadas de Dios y Su gobierno soberano sobre el mundo natural, y su fe se reaviva. Alaba al Dios que hace milagros(versículo 15), expresando su fe y gratitud recién comprendidas.
Parte de esta nueva comprensión proviene de recordar la música del pasado: «Mis pensamientos se vuelven a los días de antaño, a los años pasados. Recuerdo por la noche sus burlas hacia mí; comulgo conmigo mismo; mi espíritu pregunta (versículos 6-7). [Aunque en La Biblia de Israel se traduce como «sus burlas hacia mí», la palabra hebrea n’ginati (נְגִינָתִי) significa literalmente «mi música». Así, muchos entienden que el versículo significa «Recuerdo mi música en la noche»].
Los sabios se preguntan a qué noche se refiere David cuando dice que recuerda su música en la noche. En respuesta, ellos hace referencia a cinco noches significativas de la historia judía: el Éxodo, la noche en que Dios aniquiló al ejército de Senacquerib, la noche de Gedeón, la caída de Sísara y la noche del nueve de Av (la noche en que fue destruido el Templo Sagrado). Las cuatro primeras son noches de victoria, y su mención parece adecuada. Sin embargo, la quinta noche es distinta. ¿Por qué querría David recordar canciones de la noche del nueve de Av, una noche empañada por la tragedia y la tristeza?
La vida, en su infinita complejidad, no es sólo una serie de victorias. Es una mezcla de celebraciones gozosas y tribulaciones dolorosas, noches de victoria y noches de derrota. Al igual que hay días de salvación y redención, también hay noches de tristeza y desesperación. Al incluir la novena de Av en la lista de noches significativas, los sabios están sugiriendo que debemos cantar incluso en nuestros momentos de tristeza y tragedia, no a pesar del dolor, sino a causa de él.
En el momento, los momentos de angustia pueden parecer abrumadores, proyectando una larga sombra sobre nuestras vidas. Pero es importante recordar que, dentro de la profundidad de estos desafíos, existe una oportunidad para el crecimiento, la resiliencia y una comprensión más profunda de la vida. En retrospectiva, a menudo descubrimos que la mano de Dios está presente en estos tiempos difíciles, guiándonos a través de la tormenta, del mismo modo que está ahí en los momentos de salvación y prosperidad.
Entonces, ¿por qué recordaría David la noche del nueve de Av? Porque forma parte de la experiencia humana. Recordar esta noche no significa sumirse en la tristeza, sino reconocer la fuerza y la fe que surgen de tales pruebas. Se trata de reconocer la belleza en la lucha, las lecciones en el dolor y la gracia que nos ayuda a resistir.
Por eso, el Salmo 77 nos sirve de poderoso recordatorio. Cuando nos encontremos sumidos en la desesperación, cuando las noches parezcan interminables y oscuras, deberíamos recordar el viaje del rey David. Debemos recordar las noches de victoria, pero también las noches de tristeza. Porque cada noche encierra una lección y cada noche lleva consigo una melodía única que contribuye a la sinfonía de nuestras vidas.
En nuestras horas más oscuras, es nuestra responsabilidad mantener la canción en marcha y encontrar la fuerza para seguir adelante. Porque, como ilustra el Salmo 77, son estas experiencias las que nos ayudan a crecer, a redefinir nuestra relación con lo divino y a profundizar en nuestra comprensión del complejo tapiz de la vida.